Cine y Valores

Robinson. Una aventura tropical

Título original: 
Robinson Crusoe
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Intérpretes: 
Distribuidora: 
Duración: 
90
Crítica: 

Un barco pirata avista una isla minúscula, perdida en medio del océano, y descubre allí a un ser humano, al que «rescata» junto con el guacamayo alirrojo que lo acompaña. El pájaro empieza a explicar a dos sorprendidos ratoncitos cómo han llegado hasta ahí. Y así, con un feedback, empieza a desplegarse la aventura, narrada desde el punto de vista de los animales.

Tiempo atrás, el navío «La Luna» sufrió un espectacular naufragio. El único superviviente, Robinson Crusoe, pudo llegar a una minúscula isla perdida en medio del océano. Pero la isla no estaba totalmente deshabitada. Allí vivía, en amigable comunidad, un grupo de animales a cual más excéntrico: el guacamayo convertido en narrador de la historia, un tapir, un camaleón, un puercoespín, un martín pescador, un pangolín y una cabra. Para ellos, la llegada del ser desconocido representa una seria amenaza de la que tienen que defenderse con todas sus energías. Es el enemigo al que hay que abatir.

La película conserva, en cierto modo, lo más característico de la obra de Defoe, la soledad del náufrago en un mundo hostil, aunque le añade de inmediato la posibilidad de establecer relaciones y hasta de hacer amigos. Para conjugar ambas realidades, los animales de la isla hablan y se entienden entre ellos (y con el espectador), pero no con Robinson. No son «humanoides», es decir, no son antropomórficos. Por tanto, el náufrago está solo, no tiene a nadie con quien poder hablar. Pero sí podrá llegar a tener alguien a quien querer y de quien sentirse amado

Los animales están entrañablemente unidos entre ellos y, en cuanto van conociendo a Robinson, le pierden el miedo y están decididos a acogerlo en la isla. Entre ellos se da una verdadera experiencia de encuentro y amistad que, como tal, debe gestarse lentamente, pues, como afirma muy sabiamente Robinson, «uno no se convierte en amigo de un día para otro». Cuando ya se han establecido vínculos afectivos entre ellos, ser humano y animales de la isla, participan de un mismo campo de encuentro y se comprometen unos con otros: construyen la casa –un ámbito de convivencia para todos ellos-, y luego hacen todos causa común para protegerse mutuamente del peligroso enemigo.

Visualmente la película es bellísima y la acción avanza con un ritmo equilibrado, quizá incluso excesivamente repetitivo, hasta que, en el último tercio, se vuelve trepidante. Tiene todos los componentes de un cuento para niños: los buenos tienen que esforzarse para ser mejores, corregir sus pequeños egoísmos y sus errores. Los malos envidian al bien y quieren destruirlo. Por momentos, parece que el mal va a ser el triunfador, por su carga de agresividad, astucia y violencia. Pero, al final, el bien acaba venciendo y burlando al mal, que queda ridiculizado.

Es un film delicioso para ver en familia, con contenido formativo explícito, una lección sobre la función de los valores para crear lazos de amistad, adaptada a los más pequeños, que aprenden mientras ríen y se lo pasan bien.