Región de Lorena, en Francia, inicios de la Segunda Guerra Mundial. En 1871, el territorio, hasta ahora francés, había sido anexionado -junto con Alsacia y parte de los Vosgos- a Alemania por el Tratado de Frankfurt, que puso fin a la Guerra franco-prusiana. Pero en 1919, al final de la Gran Guerra, fue reintegrado a Francia por el Tratado de Versalles. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Lorena fue una de las primeras zonas invadidas por el ejército alemán, hasta que de nuevo fue recuperada para Francia por el ejército aliado, en 1944.
Sor Helena Studler, hermana de las Hijas de la Caridad, se dedica a acoger y atender huérfanos y abandonados, en el Centro que la Orden tiene en Metz, capital de Lorena. Con la entrada de los nazis, la situación de la ciudad se ha vuelto especialmente tensa y difícil. Si las circunstancias del trabajo asistencial de las Hijas de la Caridad eran duras, ahora se han convertido en dramáticas. Sor Helena descubre que cerca de Metz los nazis han instalado un campo de concentración en el que se trata a los hombres como a bestias, sin ninguna consideración por su dignidad. Con admirable coraje, rayano en la temeridad, se enfrenta a los oficiales alemanes para reclamar respeto hacia los prisioneros. Pero no conforme con los exiguos resultados obtenidos, con la colaboración de sus hermanas religiosas y de algunas personas de su ciudad, finge pertenecer a la Cruz Roja para poder entrar en el campo y aliviar las carencias y sufrimientos de los prisioneros. Éstos le piden que lleve sus cartas a sus familias. Es algo extremadamente peligroso, a lo que la razón le dice que debería negarse, pero el corazón, que no le cabe en el pecho de tanto amar a los hermanos, la empuja a convertirse en el correo de tantos seres angustiados. Más aún, el horror de tanta crueldad inhumana por parte de los invasores y de tanto dolor y humillación en los oprimidos, la lanzan a una empresa todavía más arriesgada: Crea una Red de libertad, con un grupo de vecinos de Metz, en colaboración con la Resistencia, para organizar fugas de prisioneros. La historia atestigua que con su iniciativa llegó a salvar la vida de más de dos mil prisioneros.
Pablo Moreno no se arredra por la escasez de medios cuando se le presenta un proyecto que le inspira. En este caso, la película ha surgido con motivo de la conmemoración del 400 aniversario de la fundación de la familia Vicenciana, impulsada por Vicente de Paúl y Luisa de Marillac en 1617. Pero, sobre todo, porque el personaje de Sor Helena Studler es realmente apasionante. El cineasta ha podido contar con documentos interesantes, como el diario de la religiosa, o las Actas del juicio, que le han permitido ser fiel a la realidad. Y ha contado la historia muy bien, como suele hacerlo. Ya en producciones anteriores nos había sorprendido -recordemos sólo las tres últimas, Luz de soledad (2016), Poveda (2016) y Un dios prohibido (2012)-, pero ahora se lanza a una historia de la Segunda Guerra Mundial, con oficiales nazis y partisanos franceses (entre ellos aparece el mismísimo François Miterrand). Esto supone decorados, un tren de la época, uniformes de soldados y oficiales alemanes…
Es increíble cómo, con tan poco presupuesto, ha conseguido organizar un elenco tan solvente. Una figura estelar como la actriz internacional Assumpta Serna es ciertamente un valor seguro. Tiene más que demostrada su capacidad de interpretar papeles de registros totalmente diferentes y dotar siempre a sus personajes de credibilidad. Como sor Helena está realmente magnífica, se mete perfectamente en la piel de esa mujer impulsiva e intrépida, incapaz de permanecer indiferente ante el sufrimiento y la injusticia y nos acerca un personaje que rezuma humanidad y verdad. Luisa Gavasa está como siempre magnífica. Pero no podemos decir menos de todos los demás, que realizan también un trabajo digno de encomio. Gracias a todos ellos, la trama fluye con fluidez y los personajes nos resultan creíbles y cercanos.
El guion no es fácil, pero está muy bien elaborado, tiene vigor y no permite que la acción decaiga en ningún momento. El biopic de un personaje relevante por su talla humana y sus acciones extraordinarias siempre corre el riesgo de escorarse hacia una hagiografía, sin embargo Pablo Moreno tiene el acierto de hacer un retrato contenido. Presenta a una mujer incondicionalmente generosa, muy valiente y decidida, pero tampoco oculta que algunas de sus decisiones tuvieron malas consecuencias, como que la madre superiora llego a ser internada en un campo de concentración después que Sor Helena propiciara la fuga de un general francés. Con la misma moderación trata a los «malos» de la película, los nazis. Eso no significa que frivolice ni disimule el horror del régimen de Hitler, sino que deja siempre la luz de que, en el peor de los infiernos, pudo haber hombres que conservaran un rescoldo de humanidad.
Con las limitaciones de una película hecha con un ínfimo presupuesto, totalmente insuficiente, Red de libertad es cine de verdad, del que conecta con el espectador, se ve con gusto y llega al corazón.