Cine y Valores

Rams, el valle de los carneros

Título original: 
Hrútar
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2015
Dirección: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
90
Contenido formativo: 
Crítica: 

Kiddi y Gummi, dos hermanos sexagenarios y solteros que hace 40 años dejaron de hablarse, son vecinos en el solitario valle de Rams, en Islandia. Para comunicarse, se envían mensajes por medio de un perro al que ambos profesan gran cariño. Los dos se dedican a la cría de carneros, único modo de vida de los escasos habitantes de la zona. Un carnero aparece afectado por una grave infección vírica altamente contagiosa, lo cual provoca la orden terminante del Gobierno de sacrificar por precaución todos los rebaños del valle. Esto supone una auténtica tragedia para los granjeros, porque ven desaparecer su único medio de subsistencia. El dilema es muy claro y muy duro: quedarse a esperar los dos años prescritos sin ganado –lo cual significa la pobreza absoluta– o bien emigrar abandonando sus casas y sus tierras.
Hákonarson no se recrea demasiado en los soberbios paisajes islandeses ni en los dramas de la población. Sencillamente los muestra como marco necesario para comprender las actitudes y decisiones de los dos hermanos, Gummi sumido en una infranqueable soledad, Kiddi refugiado en la bebida.
«Rams (El valle de los carneros)» es un cuento nórdico lleno de buenas intenciones pero fallido en los resultados. Ni las desavenencias familiares ni los problemas de los granjeros tienen, en sí mismos, nada de original. Lo que hubiera podido ser el tema nuclear de la película –el enfrentamiento y la posible reconciliación entre dos hermanos, al estilo de «Una historia verdadera», la magnífica obra de David Lynch–, queda deslucido desde el principio, sin profundidad y sin capacidad de despertar interés.
Sin embargo, las dos últimas escenas logran, por ellas solas, elevar el tono de hilo narrativo que languidecía desde el principio, si exceptuamos un momento gracioso, en la puerta de las urgencias, que consigue provocar una ligera sonrisa. Pero en esos minutos finales, en que las descomunales fuerzas de la naturaleza se imponen a todo ser vivo, bajo una aterradora ventisca de nieve, en un fantasmagórico paisaje glaciar hay espacio para un último refugio de calor humano que deja en el espectador un regusto de ternura y esperanza. Ochenta minutos de aburrimiento y otros diez de deleite y emoción.