UNA CADENA DE DESPROPÓSITOS

Una comedia coral de enredo,  en la que los personajes se cruzan y se entrecruzan en una trama esperpéntica y complicada. Juana Palacio (Goya Toledo) regenta un salón de peluquería de los de antes, con secadores de pie y rulos en la cabeza. Lo que más desearía en la vida es poder hacer una película. Una vez ya tuvo ocasión de hacerlo, pero no llegó ni a estrenarse. Esto no le impide tener un gran cartel de su película enmarcado, que preside el salón de belleza. Un día, por casualidad, en un sobre olvidado, descubre los negocios sucios de unos clientes  (los Ortiz), decide hacerles chantaje y, así, obtener el dinero que necesita para su proyecto cinematográfico.

Los Ortiz: Paco (Juanma Lara) y Keka (Pastora Vega), unos auténticos delincuentes, se saben atrapados en unos negocios muy sucios. Para evitar ir a la cárcel, deciden casar a su hija (Sandra Martín Gómez) con Lucas Portuondo (Alex Peral), un pardillo al que, en el momento mismo de la boda, le van a cargar toda la responsabilidad de los delitos que han cometido.

 Los Portuondo: Ignacio Portuondo (Carlos Hipólito), un hombre serio, un notario, bastante desorientado desde la muerte de su mujer, que solo vive por y para su hijo Lucas (Alex Peral). Éste, admirador de Bruce Lee, está ilusionado con su próxima boda, pero la víspera conoce casualmente (o no) a una esteticista que trabaja con Juana Palacio (Julia Fernández) y todo se complica.

Hay otros personajes a cuál más pintoresco, como María (Diana de María), una gran amiga de Lucas y de Ignacio, o Joaquín (Ramiro Blas) un loco y peligroso sicario de los Ortiz.

Pero sin duda, el personaje más divertido es Pepa Postigo (Lolita Flores), una alocada pitonisa capaz de liarla por menos de nada.

Primer largometraje de Moisés Martín, a su vez guionista. Desde el principio llama la atención la paleta de colores chillones, en los decorados y en el vestuario, con una fotografía brillante de Alex Bokhari. El elenco es de lujo, pues, además de Lolita, en el reparto figuran nombres como Goya Toledo, Pastora Vega y Carlos Hipólito, capaces cualquiera de ellos de comerse la pantalla solo con salir. Alex Peral hace un buen trabajo y ninguno de los demás desentona. Uno siempre puede preguntarse qué habría sucedido con otros actores menos expertos, pues ni aun con estos la película consigue arrancar. 

Ni arranca, ni engancha, ni casi hace reír. Le falta gracia al guion y las casualidades o los arcanos que se dan entre los personajes tampoco ayudan.

Seguramente tendrá su público y hasta puede que haga una buena taquilla. Tanto mejor para ellos.

Una película prescindible.