TU HOGAR ES QUIEN TE AMA
Cinco años después del fin de la Guerra Civil estadounidense. En las tierras del sur, las heridas todavía están abiertas, hay sufrimiento y violencia. El veterano capitán Jefferson Kyle Kidd se gana ahora la vida yendo de ciudad en ciudad para leer noticas de los periódicos y contar historias a su auditorio, a cambio de unas monedas. Todas las armas que lleva se limitan a una escopeta de perdigones para cazar pájaros.
Un día, en las llanuras de Texas, encuentra a Johanna, una niña alemana de diez años, asustada y desorientada. Seis años atrás los indios mataron a sus padres y se la llevaron. Ahora ha sido el hombre blanco quien ha matado a sus padres Kiowa. Alguien dirá más tarde que esa pobre niña se ha quedado huérfana dos veces y, en las dos ocasiones, de forma violenta.
Kidd la trata bien y la protege, pero le resulta muy difícil relacionarse con ella, porque la pequeña solo entiende el idioma de los Kiowa y, sobre todo, porque está recelosa, cerrada sobre sí misma. Es una primera metáfora preciosa de la película: la violencia separa a las personas desde la raíz, no se entienden ni las palabras ni los gestos del otro. A medida que la relación entre ellos va haciéndose confiada, vemos cómo Johanna aprende a entender y a nombrar las cosas. Es decir, la violencia aísla, la ternura acerca y une a las personas.
Es muy interesante ver cómo la actitud generosa del capitán Kidd, su disponibilidad para acoger y comprender, suscita una transformación en la pequeña salvaje. Entre ellos se crea un verdadero encuentro personal, aunque con la nube negra de pensar que deberán separarse porque la niña debe ser entregada a sus parientes y tutores legales.
También tiene fuerza simbólica el oficio del capitán, de contador de historias. Es el valor de la lectura, de la literatura (y el cine, se podría añadir) para elevarnos por encima de nuestro pequeño mundo y hacernos volar hacia horizontes sin límites. La cultura aparece, a su vez, como liberadora del poder de manipulación de quienes ostentan el poder.
El guion, inspirado en una novela de Paulette Jiles, obra de Luke Davies y del propio Greengrass, resulta enormemente sugerente. Además de su rico contenido humano, que conmueve a veces hasta las lágrimas, sabe mantener la atención y la tensión del espectador, sin un solo respiro, entre todas las aventuras, obstáculos y peligros que Kidd y Johanna deben superar.
Paul Greengrass, el director, nos ofrece una película magníficamente rodada, con una fotografía preciosa, a cargo de James Newton Howard, y con una música de James Newton Howard, que por momentos tiene fuerza narrativa.
Todo el elenco está impecable, pero hay que destacar especialmente a los dos protagonistas, el capitán Kidd y Johanna. Tom Hanks está magnífico, encarnando a un personaje que le va como un guante: éticamente impecable, tierno, bondadoso, inteligente y hasta heroico cuando las circunstancias lo requieren. Pero la gran revelación es la jovencísima Helena Zengel, en estado de gracia, capaz ella sola de llenar la pantalla y el corazón del espectador.
Una película excelente que conviene no perderse.