Tripp, un avispado estudiante de último curso de instituto, un auténtico maestro tuneando vehículos, se ha montado un «Monster Truck», un 4x4 enorme y muy potente, utilizando piezas y restos de coches de desguace. En un yacimiento de petróleo cercano a su lugar de trabajo, una importante Compañía estaba realizando perforaciones en busca de bolsas de petróleo por debajo de un acuífero que debería ser considerado zona protegida por la posibilidad de vida animal. Su afán desmedido de ganancias le lleva a querer seguir extrayendo petróleo sin respetar el medio ambiente, pero se produce un accidente, estallan las tuberías y con los potentes chorros de agua salen a la superficie unas extrañas criaturas subterráneas parecidas a los pulpos pero con dientes de tiburón, de una especie desconocida hasta ese momento. La Compañía petrolera quiere mantenerlo en secreto para que no les entorpezca su trabajo porque hay mucho dinero en juego, y deciden buscar a los animales para exterminarlos antes de que nadie tenga noticia de su existencia. De casualidad, uno de los raros seres se encuentra con Tripp y se esconde bajo el capo de su 4x4. El «monstruo» resulta ser pacífico y amigable, pero algo travieso y bromista. Le gusta la velocidad y hace correr el coche de forma inusitada.
Tripp y su amiga Meredith quieren devolver a esos pobres animales a su entorno natural, a «su casa», pero para ello, tienen que zafarse de los malvados directivos de la compañía petrolera y de sus esbirros, totalmente decididos no sólo a destruir a los «alienígenas» para evitar un escándalo mediático y tener que paralizar los trabajos en los pozos, sino que también están dispuestos a eliminar a quien entorpezca sus proyectos. Los dos jóvenes son perseguidos y corren auténtico peligro, pero están dispuestos a ayudar a su amigo el monstruo a encontrar a los otros dos seres surgidos de las entrañas de la tierra y devolverlos a los tres a la bolsa de agua subterránea donde vivían.
En esta película familiar, Chris Wedge combina imágenes reales con unos vanguardistas efectos visuales de imágenes generadas por ordenador. En la historia hay lugar para la amistad y los buenos sentimientos, frente a la mezquindad de los directivos de la empresa, pero, sobre todo, el film tiene mucha acción, carreras, aventuras, coches que trepan por las tapias y vuelan por los aires… Hay secuencias de persecución muy logradas, en las que los tentáculos del monstruo dan lugar a situaciones divertidas. Aunque en general no acaban de encajar del todo las imágenes reales y las de ordenador, y la interacción del raro animal y las personas resulta muy artificial.
Wedge ha querido hacer un producto de sensibilización ecológica y de denuncia de las grandes empresas petroleras que no respetan el planeta y con tal de obtener pingües beneficios son capaces de dañar irremisiblemente el medioambiente y dañar o destruir la fauna de un lugar. Sin embargo, la película es tan contradictoria que resulta patética. Porque al mismo tiempo que denuncia un mal –la avaricia y los intereses espurios en la explotación del petróleo-, celebra los efectos de esa misma explotación, es decir, ensalza la afición a tunear los enormes automóviles, que, por supuesto, para poder circular precisan de grandes cantidades de combustible procedente del petróleo.
Monster Trucks puede resultar entretenida para los más jóvenes, pero su argumento es muy endeble y, además, es incoherente y torpe en su planteamiento y, por tanto, su pretendido mensaje ecologista resulta totalmente absurdo.