Cine y Valores

Más allá de las colinas (Beyond the hills)

Título original: 
Dupa dealuri
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2012
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
150
Contenido formativo: 
Crítica: 

Argumento: Tatiana Niculescu Bran
SINOPSIS
Alina es una mujer joven que viaja a Rumanía para reunirse con su amiga Voichiţa, que vive en un aislado convento ortodoxo. Las dos jóvenes se conocieron e hicieron amigas de pequeñas en un orfanato. Alina ha pasado unos años trabajando en Alemania, pero echa de menos a Voichiţa y está decidida a regresar con ella a Alemania. Sin embargo, ésta, a pesar del profundo cariño que siente por su amiga, no tiene intención de abandonar el Monasterio, lo cual provocará las iras de Alina y, finalmente, desencadenará una serie de episodios dramáticos.
Más allá de las colinas es un claro ejemplo de manipulación ideológica, tan bien planteada y dirigida que acaba dejando al espectador dudoso ante la naturaleza de unos hechos que, en realidad, no han sucedido en la película como tales. El director ha procurado que sea el espectador quien construya la película, pero no mostrando a unos personajes y unas situaciones del modo más objetivo posible, sino que, con la cámara y el planteamiento del guión, ha intentado llevarlo a donde él quería. Hay que reconocerle gran maestría como manipulador a través del cine, lo cual no constituye, sin embargo, ningún mérito en cuanto a relaciones humanas y respeto a la libertad del otro.
Para descubrir algunas de sus tácticas de manipulación, vamos a recordar la línea argumental de la historia:
Cuando Alina baja del tren y abraza a su amiga, rompe a llorar de forma irrefrenable, hasta tal punto que Voichiţa, un tanto incómoda, le advierte que la gente las está mirando. Es el primer dato que tenemos de su inestabilidad emocional.
A lo largo de la película nos enteramos de que Alina estuvo con una familia de acogida hasta que fue a Alemania donde trabajó como sirvienta durante unos años. Ha regresado a buscar a Voichiţa, no para que ésta tenga una vida mejor, sino porque ella no puede vivir sin su amiga. Es decir, no se trata propiamente de amistad, que en sí misma pide ser generosa, sino de una dependencia afectiva, que, más tarde, se manifiesta como una auténtica neurosis obsesiva.
Voichiţa vive en un Monasterio, con otras 11 hermanas, la Madre Superiora a la que llaman mamá y el sacerdote al que llaman papá. Toda la comunidad trabaja duro de la mañana a la noche, atendiendo a las labores de la granja, cuyos frutos son entregados directamente al orfanato para que a los niños no les falte comida. Para ello el sacerdote y las hermanas viven en la más profunda de las pobrezas, hasta el punto de no poder ni comprar la botella de gas para guisar. Forman una auténtica familia, en la que nadie tiene privilegios especiales. El sacerdote es el jefe espiritual, pero eso no le supone sufrir menos penurias que los demás miembros de la comunidad. Nadie está allí forzado, hecho que nos queda claro cuando la Madre Superiora habla con una aspirante a entrar en el Monasterio y le dice que tal vez pronto tenga sitio, porque piensa que es posible que la Hermana Pahomia los abandone en breve. La condición para que entre alguien en la comunidad es que comparta todo lo que tiene y no deje nada fuera, es decir, que se integre totalmente en la vida de entrega incondicional, pobreza y austeridad del Monasterio. Cumplen a rajatabla las normas propias de una comunidad ortodoxa, pero no se atenta contra la libertad de nadie ni se permiten fanatismos ni fetichismos. Cuando una joven Hermana se exalta creyendo ver una imagen de cruz en el interior de un tronco, el sacerdote impone su autoridad para cerrar la cuestión.
Cuando llega Alina la admiten como amiga de Voichiţa, con la que va a compartir la humilde habitación, puesto que no hay otro lugar donde poder albergarla. Sin ni consultarla, ha organizado que ambas abandonarán Rumanía. Al darse cuenta de que su amiga la quiere mucho, pero es feliz donde está y no tiene ningún interés en dejar el Monasterio, la joven se contraría tremendamente y empieza a experimentar unos terribles celos de todo cuanto forma parte de la vida de Voichiţa, especialmente del sacerdote, porque es quien más ascendiente tiene sobre ella. Se enfrenta contra todo ello, no para liberar a Voichiţa de nada, sino porque la quiere sólo para ella. Su proceso de enfermedad mental llega a producir un primer brote de agresividad contra sí misma y contra los demás. Es una mujer fuerte y apenas si pueden reducirla entre todos. Piden ayuda médica pero les es denegada. Finalmente consiguen atarla y la llevan al hospital. Allí permanece ingresada, siempre atada porque sigue con sus síntomas psicóticos, Finalmente, se ven obligados a llevarla de nuevo al Monasterio para cuidarla. Le recetan unas medicinas muy caras, pero imprescindibles para su curación. El sacerdote, en compañía de Ionut, el hermano oligrofénico de Alina, va a ver a la familia de acogida para coger de los ahorros de Alina el dinero necesario para dichos medicamentos y poder llevar a cabo el tratamiento.
La acogen, pues, en la comunidad para procurar su sanación y la curación de su alma. Los brotes agresivos se hacen cada vez más frecuentes y peligrosos, pero se encuentran indefensos porque en el hospital no quieren saber nada de la enferma. Deben atarla porque se autolesiona y les agrede con violencia. Finalmente, como último recurso, deciden practicarle un exorcismo, consistente en unas lecturas de textos sagrados. Por un momento parece que ha recobrado la razón, pero, finalmente cae en un profundo sopor. Por fin consiguen que acuda una ambulancia con personal sanitario, le inyectan adrenalina, pero muere en la ambulancia. Al llegar al hospital, una médico monta en cólera por el problema que le supone el fallecimiento de un enfermo, miente diciendo que cuando llegaron los enfermeros al Monasterio ya estaba muerta y el asunto queda así en manos de la policía.
Sobre esa línea argumental, inspirada en un hecho real pero del que el mismo director-guionista advierte que se alejó lo más posible, para añadirle significados que la historia no tenía, se aplican con precisión diversos recursos manipuladores, como las insinuaciones ambiguas y turbias.
Desde el principio, algunas frases sueltas llevan al espectador a colegir que, en su adolescencia, hubo entre las dos amigas una relación de tipo homosexual que Alina quiere recuperar. Por la noche, pregunta sorprendida si van a dormir en distintas camas, y algo más tarde, se queda medio desnuda para que Voichiţa le dé unas friegas para el catarro. No sucede nada más, pero la pregunta, superpuesta a la imagen de la mano de una sobre el torso desnudo de la otra, y unida a la obsesión afectiva de Alina, insinúa que entre ellas hubo algo turbio. Mucho más adelante en la historia, en medio de la angustia de la locura de Alina, Voichiţa le pregunta si se ha confesado de la masturbación. Tampoco se dice nada más, pero se suma a lo anterior para que nos hagamos la idea de una relación intrincada.
En la película vemos perfectamente la austeridad y la pobreza en la que viven los miembros de la comunidad, que llegan a preferir pasar ellos cualquier tipo de privación antes que dejar de atender a los niños del orfanato. Ni tan siquiera se pueden permitir ver consagrada su capilla, porque no tienen dinero para terminarla. Hemos visto también cómo el médico le receta a Alina un medicamento muy caro pero imprescindible. Con total desconexión de esas escenas, Alina se entera de que el sacerdote, en compañía de su hermano, también acogido en el Monasterio, cogió de sus ahorros el dinero necesario para el tratamiento. Y se lamenta de haber sido estafada por todos. Entre la frase del médico y que nos enteremos de que el sacerdote fue a buscar el dinero, ha transcurrido suficiente tiempo como para que no se perciba ninguna relación entre ambas escenas. Con ello, nos deja la impresión, difuminada pero no por ella menos hiriente, de que el sacerdote ha abusado de su situación para obtener fraudulentamente dinero de la enferma.
En la historia, el sacerdote actúa como líder espiritual y padre de familia, pero no goza de ningún privilegio, ni ejerce autoridad con despotismo. Es dialogante, accede, por ejemplo a los ruegos de Voichiţa de que acojan a su amiga, aunque no parece muy adecuado para la vida de la comunidad. Sin embargo, dos preguntas de Alina, formuladas en ocasiones distintas, siembran la duda en el espectador. Una vez interpela a Alina si el sacerdote se acuesta con ella. La joven no responde. En otro momento, muy encolerizada, le pregunta directamente al mismo sacerdote si lo que quiere es acostarse con ella. Él tampoco responde. Si se reflexiona, ni los silencios por respuesta, ni la actitud del sacerdote en la historia dan lugar a pensar tal cosa. Pero las alusiones consiguen que, por lo menos, nos quede la incertidumbre.
Las escenas y las frases que insinúan la fuerza opresora y destructiva de las creencias religiosas se repiten hasta el agotamiento del espectador a lo largo de la película, que resulta espesa y atosigante. Ciertamente para lo que ha contado en el guión no hacían falta 150 minutos. Sin embargo, sí eran necesarios para repetir hasta la saciedad lo que quiere presentarse como una crítica a los fanatismos religiosos desde la objetividad de una experiencia concreta, pero que, en realidad, es un intento de modelación de la mente del espectador con insinuaciones ambiguas y equívocas.
No se puede negar la calidad técnica y artística de Cristian Mungiu y, por tanto, no es raro que la película haya obtenido diversos premios. Pero resulta fatigosa y desasosegante, porque quien mueve los hilos del argumento es una enferma mental empujada por una pasión obsesiva que, para obtener lo que desea, arrolla la libertad de elección de su amiga y la libertad de la comunidad para vivir como mejor le parezca.
Por otra parte, la habilidad del director por dirigir al espectador, no acaba de funcionar, porque la tensión que logra contagiar en la primera hora de la película se va convirtiendo en una desagradable opresión, para terminar difuminándose en el más profundo de los tedios ante tanta repetición, hasta que, al final, cambia el estilo de la película y se convierte en la crónica de una muerte inexplicable y sospechosa, que ya no es capaz de recuperar el interés de nadie.
La película resulta densa y pesada, se hace larguísima y, desde luego, no consigue su cometido de inocular subrepticiamente en el espectador ciertas ideas destructivas sobre las creencias religiosas.