La película reconstruye la historia real de Annabel Beam y su familia cuyas figuras aparecen en los créditos finales, y tenemos ocasión de ver a una sonriente Anna, una niña sana y feliz de estar viva. El guion está basado en el libro de la misma Christy Beam, en el que narra los sucesos que vivieron y cuánto le sucedió a su hija.
La familia Beam acaba de mudarse a una granja en Texas, donde Kevin, el padre, ejerce su profesión de veterinario. Inesperadamente Annabel, una de sus tres hijas, de sólo diez años, se siente indispuesta. Al principio piensan que es un problema estomacal leve, pero los vómitos se van repitiendo, el estómago se le hincha de forma alarmante y los dolores van en aumento. Después de un verdadero calvario de inútiles viajes de ida y vuelta a distintos hospitales, por fin descubren que Anna está aquejada de una enfermedad rara del aparato digestivo, que no tiene cura y cuyo diagnóstico es de un desenlace fatal. Pero Christy es una auténtica madre coraje que no está dispuesta a dejarse vencer sin llevar la lucha al máximo. Deja a Kevin, su marido, en casa con las otras dos niñas, y ella se va a Boston con Anna, dispuesta a conseguir que la vea el Dr. Nurko, el mejor especialista y el único que puede darles un rayo de esperanza.
Jennifer Garner está extraordinaria encarnando a la madre, rota por dentro hasta el punto de vivir una crisis de fe demoledora, pero que no se concede una tregua para intentar salvar a su hija. Kylie Rogers, la jovencísima actriz de sólo 12 años, lleva a cabo también una gran labor como Anna. Es impresionante el momento en que conoce la muerte de una antigua compañera de hospital. A pesar de su corta edad, es capaz de ofrecer una escena de dolor contenido, de profunda tristeza sin ninguna exageración en el llanto. Queen Latifah da el discreto toque de humor con su entrañable Ángela, la camarera de Boston, y el resto de los secundarios dan todos una buena réplica.
La película está lejos de ser un melodrama lacrimógeno, sino que irradia optimismo y amor a la vida de principio a fin. Entusiasmará sin duda a un público creyente, porque es fácil identificarse con las distintas actitudes ante el dolor, desde la fe inquebrantable de Kevin, hasta el rechazo de Dios de Christy. Pero incluso aquellos que no reconocen la presencia de Dios en la vida del hombre podrán disfrutar con una película de contenido humano que mantiene en tensión de principio a fin. Salvo, claro está si se parapetan previamente para negar la evidencia de una historia cuyos protagonistas reales nos saludan desde la pantalla.