Cine y Valores

Los 50 son los nuevos 30

Título original: 
Marie-Francine
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
95
Contenido formativo: 
Crítica: 

NUNCA ES TARDE PARA EL AMOR

Marie-Francine, una científica que trabaja en un centro de investigación, casada y con dos hijas adolescentes, ve de súbito como toda su vida se derrumba. Emmanuel, su marido, acaba de comunicarle que se ha enamorado de una chica 20 años más joven que ella y quiere el divorcio. Casi al mismo tiempo, el local donde está ubicada su empresa debe ser desalojado porque hay amianto en la construcción. Sin marido y sin trabajo, no tiene más recurso que volver a casa de sus pintorescos padres, que la van a tratar como si fuera una niña que necesita que la lleven de la mano. En la tienda de cigarrillos electrónicos familiar en la que trabaja, conoce a Miguel, un chef de origen luso, quien, a su vez, está en un momento personal muy complicado. Son dos personas con el mismo tipo de problemas, pero que se mueven en distintos niveles y, por tanto, también su estado de ánimo es totalmente diferente. A diferencia de Marie-Francine, que está centrada exclusivamente en su propia insatisfacción y se mira a sí misma para compadecerse, Miguel tiene una actitud benévola hacia su entorno y ve la vida con optimismo. Sin embargo, desde el primer momento se sienten de algún modo atraídos.

Valérie Lemercier escribe, dirige e interpreta esta comedia sin grandes pretensiones, que consigue hacernos sonreír, incluso reír en algún momento, y que, de paso, trata un tema tan sensible como el poco valor que la sociedad actual suele dar a los valores profesionales cuando la persona ha cruzado el umbral de los 50. Sin embargo la cuestión se toca sólo de refilón, por lo que atañe a Marie-Francine, una víctima concreta, sin ni hacer alusión a las nefastas consecuencias de desperdiciar valores sólidos en cualquier campo del saber.

La banda sonora de la película es muy agradable, con canciones y voces muy conocidas que nos dejan un sabor dulcemente nostálgico. Oímos repetidamente a Nana Mouskouri interpretando Les parapluies de Cherbourg, maravillosos fados de Amalia Rodrigues, Charles Aznavour… Hay secuencias divertidas, pero en algún momento a Lemercier se le va la mano -como cuando Emmanuel entra en la tienda disfrazado- y la presunta comicidad cae en lo patéticamente ridículo.

Los dos protagonistas, Valérie Lemercier y Patrick Timsit, están magníficos y ellos solos son capaces de mantener el ritmo de la película. El resto del elenco cumple bien, especialmente Hélène Vincent y Philippe Laudenbach, como padres de Valérie y Nadège Beausson-Diagne, la compañera de trabajo de Miguel.

La comedia termina con un rarísimo «happy end», que no queda claro que sea realmente «happy» ni que constituya un auténtico «end». Tal vez sea que Lemercier no sabía cómo terminar el film.

Con todas sus limitaciones, la película permite pasar un rato agradable.