Cine y Valores

Los últimos años del artista: Afterimage

Título original: 
Powidoki (Afterimage)
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
98
Crítica: 

Polonia, años 50 del pasado siglo. El régimen social comunista ejerce férreamente su dictadura en el país. El pintor Wladyslaw Strzeminski, figura crucial del arte de vanguardia y profesor en la Escuela Nacional Superior de artes plásticas de Lodz, rechaza el concepto de «realismo socialista» aplicado al arte, que significa que cualquier manifestación creativa debe estar al servicio del ideal comunista. Pero para el socialismo cualquier obra de arte que no se ajuste a esas pautas debe ser destruida de inmediato. Para ser más exactos, no sólo la obra ha de ser eliminada, sino también su creador. «Debería usted ser atropellado por un tranvía y desaparecer”, le espeta a Strzeminski un miembro del partido.

La película evoca los últimos años del artista, acosado por las autoridades y privado de lo más elemental incluso para su mera supervivencia. Sin embargo es admirado y amado por sus alumnos y su prestigio como profesor es tal que sus clases están siempre repletas. Serán justamente sus discípulos quienes van a velar porque no se pierda el fundamento teórico de su magisterio sobre el arte, que han ido recibiendo en sus clases y que el mismo Strzeminski está acabando de redactar en forma de un manual con el título «La teoría de la visión». El término «Afterimage», que da título a la película, hace referencia a la imagen o impresión que permanece bajo los párpados cerrados tras haber mirado un objeto que refleja la luz, después que han cesado los estímulos que le dieron origen. Esta idea constituye el núcleo de la teoría de Strzeminski sobre la creatividad en la pintura. 

El personaje de Wladyslaw Strzeminski está trazado con realismo, con sus luces y sus sombras personales, pero irreductible en lo referente a la libertad creativa. Defiende, sin duda, la libertad de acción, pero en el sentido del derecho del artista a seguir su propia «visión», a crear la obra de arte tal como él la siente en su interior, sin nada ni nadie que le imponga un cauce y le marque unos límites. Boguslaw Linda hace un magnífico trabajo encarnando a ese hombre frágil y tullido, pero fuerte en sus convicciones sobre el arte y la misión del artista.

Andrzej Wajda, que falleció en octubre de 2016, poco después de haber cumplido 90 años, nos ofrece escenas y encuadres bellísimos -aunque sin pretender en ningún momento reflejar el estilo pictórico de Strzeminski-, de una factura muy clásica, con una música de Michal Kwiecinski adecuada para cada situación y una excelente fotografía de Pawel Edelman (El pianista, a las órdenes de Roman Polanski). La escena de Wladyslaw Strzeminski entre los maniquíes de un escaparate sintetiza simbólicamente toda la historia: El artista nunca formará parte de las marionetas del poder. La «dictadura del pueblo» lo podrá quebrar, pero nunca conseguirá doblegarlo. Los regímenes pasan, el arte permanece y el ser humano, a pesar del sufrimiento, es capaz de conservar su libertad y su dignidad.

La película, testamento cinematográfico de un hombre, Andrzej Wajda, que sufrió él mismo la opresión y la persecución, resulta muy oportuna en una época en que los populismos liberticidas vuelven a hacerse presentes en nuestro mundo.