TODO SUCEDIÓ UN VERANO

La familia Vidal se reúne en la casa de verano, junto al mar, para unas vacaciones agridulces, pues a la alegría de reencontrarse los hermanos, se une la tristeza de ver el deterioro de la abuela Ángela, con una demencia senil muy avanzada.

Nora, con sus catorce años, se siente incómoda con el entorno y consigo misma: ya no es una niña para participar en juegos infantiles, pero todavía no está interesada en asuntos de mayores. Además, su padre no ha ido con ellos y todo hace temer que hay algún conflicto familiar.

El aburrimiento de Norma deja paso a la excitación, las inquietudes y los descubrimientos cuando llega a la casa Libertad, la hija adolescente de Rosana, la afectuosa mujer colombiana que cuida de Ángela y lleva la casa.  

Clara Roquet consigue un buen resultado con su primer largometraje. Es una historia sencilla, pero la cineasta saber extraer todo el sabor de la cotidianeidad, en esa época de la vida en que una niña despierta a la vida adulta y tal vez comprueba que sus ídolos tienen, en realidad, los pies de barro. Como es habitual, la fotografía de Gris Jordana es bellísima y ofrece un marco maravilloso a la historia. 

Roquet demuestra también su habilidad en la dirección de actores, especialmente con las dos jóvenes María Morera, como Nora, y Nicolle García, la Libertad de la historia, que están muy bien las dos. Así como también Nora Navas (la madre de Nora) y Vicky Peña (Ángela, la abuela) hacen ambas un buen trabajo.

Una película “bonita”, humana y entretenida.