Cine y Valores

Le Week-End

Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2013
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
93
Contenido formativo: 
Crítica: 

Nick y Meg, una pareja de profesores británicos ya maduros, viajan a París, treinta años después de su luna de miel, para celebrar su aniversario e intentar revitalizar su matrimonio. Siguen queriéndose y, aunque ella habla reiteradamente de separarse, no logran imaginarse la vida el uno sin el otro. Sin embargo su relación se ha deteriorado considerablemente y hay entre ellos un espacio de incomunicación.
A su llegada al hotel donde se alojaron en su viaje de novios, descubren que el tiempo no sólo ha hecho mella en sus personas, sino que también los lugares se han deteriorado y envejecido. Y de súbito se apodera de ellos una especie de locura juvenil y empiezan a disfrutar París, cometiendo toda suerte de insensateces y gastando más dinero del que tienen en su cuenta. Por casualidad se encuentran con Morgan, un viejo compañero de estudios de Nick, que siente auténtica devoción por él, y que los invita a una fiesta en su casa. Allí se presenta a Meg una ocasión de infidelidad, que pone de manifiesto que ha habido antes, en su matrimonio, una constante de infidelidad, que nada tiene que ver con la relación con otra persona. La fidelidad exige cumplir a cada instante de la vida las promesas de amor que se hicieron los amantes cuando iniciaban su vida en común. Ser fiel supone, pues, una actitud dinámica, comprometida, para renovar el amor en cada circunstancia de la vida, no permitir que el egoísmo convierta en monótona dependencia lo que debería ser una relación afectiva constantemente renovada.
La fiesta en casa de Morgan va a ser la ocasión de que surjan no pocas cuestiones ocultas, insatisfacciones y hasta rencores entre Nick y Meg. En cierto modo, el profundo deterioro del amor de pareja con el paso del tiempo parece ser la tesis de la película. Cierto que en medio de esa suerte de fatalismo, surgen algunas “perlas” en boca de Nick, como cuando dice: “No existe el sexo si no existe un intento de amor” o “El amor es mucho más difícil de hacer que el sexo”.
La película se sostiene en gran parte por las geniales actuaciones de la pareja protagonista, Jim Broadbent y Lindsay Duncan, que consiguen hacer creíbles y cercanos sus personajes, perdidos en tal situación de desorientación y desequilibrio, que le hace confesar a Nick en un momento de sinceridad: “No encajo ni cuando estoy solo”. Las bellísimas y deslumbrantes imágenes de París, que ofrecen un magnífico marco a la acción, constituyen un auténtico regalo para la vista al tiempo que contrastan con la amargura de las agrias palabras de la pareja. A pesar del tratamiento banal de un tema humano de tan hondo calado como el amor conyugal, Hanit Kureishi nos ofrece un fantástico guión en el que se mezclan situaciones cómicas, y momentos dramáticos, que acaban dejando un sabor agridulce al espectador y dejan abiertas no pocas cuestiones para la reflexión.