Cine y Valores

Las guardianas

Título original: 
Les gardiennes
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
138
Contenido formativo: 
Crítica: 

ELLAS CUIDAN EL CAMPO, ELLOS LO RIEGAN CON SU SANGRE

Francia, 1915. Un pueblo sin nombre. Podría ser cualquiera. Las primeras escenas muestran el campo de batalla. La guerra ya no volverá a aparecer, pero será el telón de fondo, la causa y la culpable de cuanto acontezca. En la granja del Paridier, una madre y una hija, Hortense y Solange, han tenido que asumir las labores del campo. Los varones están todos en el frente, excepto Henri, el anciano hermano de Hortense. Solange se ocupa, además, de Marguerite, hija de Clovis, su marido, que está en el frente, tal como Georges y Constant, los dos hijos de Hortense. Con los tres hombres ausentes, la casa es un matriarcado, es la madre quien dirige y toma las decisiones. El trabajo es excesivo para las dos mujeres y Hortense contrata a Francine, una joven huérfana con muy buenas maneras, llena de energía y ganas de trabajar.

La historia abarca los años de la guerra, marcados por los ciclos naturales de la agricultura, las ausencias, los amores y los duelos. Los trabajos de la tierra, magníficamente filmados, llevan el ritmo de la narración. Los encuentros, desencuentros, ilusiones, decepciones y desgracias se insertan en ese desarrollo temporal sin alterarlo, lo cual produce el efecto de quitar inquietud, angustia y desánimo y aligerar la tensión. La gente ama, sufre, muere… pero el ciclo de la vida sigue imperturbable. Se reza por los muertos y se pide a Dios que proteja a los soldados. Alguno protesta: «Rezar no sirve de nada». Pero los labios siguen musitando al pie de la cruz.

Algunos hombres llegan de permiso y se van pronto con su carga de amargura, a otros se les sigue esperando… A veces es el alcalde quien llega con la fatal noticia. Es la guerra. La guerra contra unos hombres -los alemanes- idénticos a los franceses: maestros, obreros o campesinos. Unos y otros iguales ante la muerte.

La deslumbrante fotografía de Caroline Champetier nos evoca los retratos de campesinas de Van Gogh, de «Las espigadoras» y de los cuadros con labores del campo de su maestro Millet. Pero no es pintura, sino lenguaje cinematográfico lo que expresa a esas guardianas de la casa y de la tierra. La película tiene un carácter visual eminentemente estético, apenas hay música -sólo en algunos momentos muy concretos- y los diálogos son breves y escasos. En algún momento, incluso da la sensación de que se ha suspendido el relato y la escena ha quedado inacabada. Es para recrearse y dejarse impregnar por lo que se ve y por los conflictos humanos que se intuyen.

Los personajes de Xavier Beauvois no tienen solo valor simbólico, son seres reales, cercanos, de carne y hueso, que luchan por sobrevivir. La escena del viejo Henri, desbordado por el sufrimiento, retorciendo sus dedos sin cesar, es una de las más impresionantes del film. ¡Cuánto dolor, cuánto desconcierto, cuánta impotencia en esos dedos envejecidos! Hortense es un personaje paradójico. Por una parte está abierta a las personas y al entorno en actitud creativa: acoge a Francine como un miembro más de la familia, es una pionera en la adquisición y utilización de maquinaria para modernizar las labores del campo. Pero por otra, se rebaja al nivel de lo meramente útil y actúa como una matriarca dura y cruel con tal de defender la unión de las propiedades familiares. Los actores hacen todos un trabajo remarcable, pero es obligado señalar la magnífica actuación de Iris Bry, por primera vez ante las cámaras, encarnando a Francine.

Magnífica adaptación de la novela homónima de Ernest Perochon, que constituye una delicia para los amantes de la belleza. Una mirada cálida sobre el hondo silencio de las mujeres, cuajado de heroísmo discreto y admirable, en su propio frente de lucha, mientras sus hombres en el otro frente, regaban el campo con su sangre.