Cine y Valores

Las distancias

Título original: 
Les distàncies
Género: 
Puntuación: 
6

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Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2018
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
99
Crítica: 

TE QUIERO. YO TAMPOCO.

Un grupo de antiguos amigos de la universidad, Olivia, Eloi, Guille y su novia Anna, llega a Berlín para darle una sorpresa a Comas y celebrar con él su treinta y cinco cumpleaños. Pero el recibimiento está muy lejos de ser caluroso. Comas está tenso y todos se sienten incómodos. Con el berlinés, hace tiempo que apenas si tenían contacto y, en realidad, saben poco de su vida. Pero tampoco el resto de compañeros acostumbran a verse ni a comunicarse, a pesar de que todos viven en Barcelona. Entre todos ellos hay «distancias» mucho más difíciles de salvar que si fueran geográficas. Son las distancias personales. Se llaman «amigos», pero entre ellos no hay ningún vínculo de auténtica amistad. Son cinco seres, cada uno encapsulado en su egocentrismo, que han acabado por no tener nada en común más que el recuerdo de sus años de estudiantes.

Trapé rueda con realismo, acercando su cámara a los rostros de los personajes, siguiéndolos uno a uno, inspeccionando cada detalle, cada gesto, cada palabra que sube a la boca pero no se decide a salir. Los actores llevan a cabo un trabajo excelente y el guion, aunque impregnado de amargura, es muy bueno, con diálogos muy bien construidos y silencios elocuentes, que consiguen transmitir al espectador todo el aislamiento interior de cada uno de los personajes. El lugar elegido para la acción es el adecuado para que se pongan de manifiesto las «distancias»: una ciudad extranjera -porque los cinco son extranjeros en el mundo-, con un idioma que no entienden, una luz triste y gris y una atmósfera fría como sus corazones. Son cinco personajes vacíos, sin ningún horizonte por encima del nivel de lo inmediato, útil y placentero. Las relaciones humanas se mueven en el mismo plano yermo, son «colegas», pero no «amigos». Y las relaciones de «amor» no tienen tampoco mejor calidad, ni Olivia con el padre de su hija, ni Comas con la chica que aparece en su casa, ni Guille con Anna. Todo es plano, sin profundidad. Son vidas huecas. Es el vacío de quien no crea encuentros.

Uno se resiste a pensar que esos personajes puedan ser el paradigma de una generación. Aunque es cierto que Trapé no abre ningún resquicio a la esperanza y sólo presenta el retrato amargo de unas personas que, como tantas otras, tal vez creyeron que ellas sí habían encontrado el camino de la vida, del ocio, la diversión y el materialismo. Pero la vida, con el bandazo añadido de la crisis económica, los ha acabado dejando en el lugar que ellos mismos se han buscado: la nada.

Es una película triste pero aleccionadora, sobre la incomunicación y la soledad radical que brotan de no ser capaces de dar el salto a planos más exigentes de entrega, de amistad, de verdad. El ser humano es un ser-en-relación y solo la creación de relaciones valiosas puede situarlo en su verdad de hombre. Las actitudes incomprometidas, dejarse arrastrar por la vida sin optar por referentes éticos valiosos, desquicia al hombre, lo desencaja de su centro de equilibrio personal y lo deja con las manos vacías.