EMPIEZA EL SHOW
En un preámbulo, la película nos traslada a 1990. El restaurante Ataria de Bilbao ha cobrado una bien merecida fama de cocina extraordinaria. Hasta los reyes de España han pedido una reserva para ir a comer en una visita privada. Juan Inchausti, el magnífico chef, y su esposa Rosa, están emocionados con el éxito. Pero un incidente (que evidentemente no debemos desvelar) provoca que Juan se arroje a la ría para suicidarse.
Aparece el título en pantalla y damos el salto al tiempo actual. El mismo restaurante Ataria se ha convertido en un local refinado y en un referente de la nueva cocina, innovadora y vanguardista. Ahora el chef es Mikel Inchausti, que está esperando alcanzar la tercera estrella Michelín. Su hermano Ander atiende las mesas y Rosa, la madre, que se ha vuelto a casar, solo va de visita, para disfrutar viendo el éxito de su hijo.
Misteriosamente, Juan vuelve a la vida. Un día, Mikel cree que alucina cuando su aita se arroja al capó de su coche, antes de que unos enfermeros vuelvan a introducirlo en la ambulancia de la que había saltado.
Lo que parecía un mal sueño es una realidad: el aita no está muerto como creían, pero sufre el síndrome de Korsakoff, una enfermedad que le ha borrado la memoria desde el día que sufrió el estrés que le ha causado la dolencia. Es decir, Juan sigue instalado en los años noventa y no recuerda nada de los últimos treinta años, en los que ha recorrido el mundo y ha alternado con los mejores cocineros, «pegándose la vida padre».
A partir de ahí, una trama nada original cómo es el regreso del que creían muerto, cuando la vida ya se había recompuesto y había recobrado su normalidad. Todo ello narrado en clave de comedia totalmente previsible. Pero el caso es que funciona de maravilla y el resultado es una película fresca y divertida. Nada de extrañar, teniendo en cuenta que el protagonista es Karra Elejalde, encarnando la caricatura paradigmática del vasco tan brutote por fuera como tierno por dentro.
Hay algunos momentos y algunas frases especialmente ocurrentes, como parecer un madrileño, o la idea, repetida como una obsesión, de que los cocineros catalanes quieren robarle las recetas a Juan. Junto al inconmensurable Karra Elejalde –El inolvidable Koldo de Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez Lázaro, 2014)–, Hace un gran trabajo Enric Auquer (Premio Goya y medalla CEC 2020, entre otros galardones, a mejor actor revelación por Quien a hierro mata (Paco Plaza, 2019). El resto del reparto sabe estar a la altura, como Megan Montaner, la neuróloga que pone la justa gota de romanticismo a la historia. La fotografía de exteriores es muy buena y el espectador puede disfrutar de algunos de los espacios más bellos de Bilbao.
Hay que decir que el ritmo es desigual, el vocabulario es bastante soez y el tema de las drogas aparece bastante frivolizado. Pero en conjunto resulta una película amable e intrascendente, a pesar de la relación paterno filial que aparece en el fondo, y que permite pasar un rato divertido. La típica película de evasión.