NUNCA APARTES LA MIRADA
El relato comienza en la Alemania de 1937 y se prolonga a lo largo de tres décadas en la vida de Kurt Barnert. La trama está libremente inspirada en la biografía del artista alemán Gerhard Richter, conocido sobre todo por sus pinturas a partir de fotografías y sus obras abstractas. El padre de su primera esposa había sido el médico de las SS responsable del programa de eutanasia del Tercer Reich, a causa del cual murió una tía de Richter a quien él adoraba.
La película sigue de cerca la vida del artista alemás Kurt Barnert (trasunto de Gerhard Richter), atrapado, primero, por la opresión del nazismo y más tarde por la tiranía del comunismo de la RDA. Kurt era todavía un niño cuando su tía Elisabeth lo lleva a un museo de Dresde. Allí, el pequeño sufre dos impresiones que le dejarán una marca indeleble. Ante todo, la emoción de descubrir las obras de arte, que ejercen sobre él un poder de atracción, como germen de su futura vocación. Por otra parte, las extrañas palabras del guía que explica que las obras de esa exposición han sido realizadas por artistas extranjeros degenerados le causan una extraña desazón.
Años más tarde, Kurt es un pintor de talento, pero vive en la Alemania del Este, bajo el régimen comunista y solo le es permitido crear siguiendo las pautas del realismo socialista. Se enamora de una hermosa joven, Ellie Seeband. El joven pintor desconoce que el padre de Ellie, médico ginecólogo, fue un personaje importante durante el nazismo, que ha conseguido salvarse de la caza a los antiguos miembros de las SS, adaptándose subrepticiamente a las nuevas circunstancias del país. Kurt y Ellie consiguen escapar al Berlín occidental, huyendo de la dictadura socialista, justo antes de la construcción del muro de Berlín.
Kurt se encuentra en 1961 con el mundo libre de los estudiantes de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, donde intenta encontrar su alma de artista y su capacidad creativa, de nuevo condicionada, no ya por las ideas nazis o comunistas («El arte al servicio del pueblo»), pero sí por las modas que marcan normas no exentas de rigidez. Hasta que un profesor extraordinario le ayuda a buscar dentro de sí, en su propia experiencia de encuentro con la realidad.
El eje del hilo argumental es el choque entre esos dos hombres, muy inteligentes ambos, pero totalmente distintos en su concepción del mundo y en su escala de valores. De su confrontación brota toda la reflexión sobre la esencia de la inspiración, la creación artística y el poder sanador y consolador del arte. Ambos personajes están muy bien trazados y muy bien interpretados por dos artistas de talento, Tom Schilling y Sebastian Koch. Paula Beer está también fantástica. Así como el resto del elenco. Caleb Deschanel hace un trabajo de fotografía extraordinario y Max Richter, una vez más, ofrece una música cálida y brillante.
Años después de esa obra maravillosa, La vida de los otros, Florian Henckel von Donnersmarck escribe y dirige este magnífico drama histórico sobre la Alemania del siglo XX, en el que confluye el tema de la creación artística, en relación con la verdad y el perdón. Un película técnicamente muy buena y con un contenido espléndido.