DE PADRES FRÍVOLOS, HIJOS IRRESPONSABLES

En un pequeño pueblo de Valencia, durante las vacaciones de verano. Lis, una quinceañera que está descubriendo la vida y las primeras experiencias de sexo.
Su novio es un chaval bastante irresponsable, unos años mayor que ella. Lis lo pasa bien con él, pero no quiere que nadie sepa que entre ellos hay una relación especial. La mayor parte del día lo pasa jugando con sus amigas, con las risas y las bromas propias de niñas adolescentes.

Su sueño es irse a Barcelona, a una escuela de circo, porque le encantaría ser artista circense. Lo tiene difícil porque su padre no quiere ni oír hablar del tema. Cuando el verano está a punto de terminar y con él las vacaciones, Lis se verá obligada a afrontar las consecuencias de sus actos.

Alemany deja que la cámara adopte el punto de mira de Lis y al espectador llegan las inquietudes de una niña que se siente mujer pero todavía no lo es. La película está bien rodad y el guion es fluido, aunque excesivamente esquemático y previsible. Los actores hacen un buen trabajo, tanto los veteranos Laia Marull y Sergi López como los más jóvenes o inexpertos. Pero hay que destacar a Carmen Arrufat, metida totalmente en el personaje de Lis y capaz de hacerlo cercano al espectador.

Pero los personajes son totalmente planos, carecen de vigor humano y por ello no resultan nada interesantes. De hecho la superficialidad es la principal característica de esa historia. Un tema tan serio como es un embarazo en una niña de quince años no merece más que una bronca y como única opción pensable, matar a la criatura.

El lema de la película “La culpa no existe” es toda una declaración de intenciones. No cabe mayor frivolidad.