TODO POR UN SUEÑO
Cuando Willy Wolthius contaba solo dos años de edad, sus padres emigraron de Holanda a América. Ahora, con 24 años, la joven sueña con llegar a ser directora de orquesta. Pero en la sociedad de los años 20 del pasado siglo, es algo prácticamente imposible para una mujer.
Willy creció sin amor en una familia de precaria. El padre trabaja de barrendero y la madre le exige a su hija que le entregue hasta el último céntimo del sueldo que gana como acomodadora en el Auditorio de Nueva York, lo cual la deja sin ningún recurso para poder pagarse clases de música. Pero Willy es una mujer muy decidida y no se rinde con facilidad. Por nada del mundo renunciaría a su sueño de llegar a ser directora de orquesta.
La película sigue la lucha de Willy a lo largo da varios años para conseguir alcanzar su sueño, en un mundo en que su indudable calidad como directora se topaba con el muro infranqueable de su condición de mujer.
La directora de esa otra gran “orquesta” que es toda la complicada maquinaria que se pone en marcha para elaborar una obra cinematográfica, la holandesa Maria Peters, ha sido capaz de realizar una película notable con un presupuesto no especialmente boyante. Frente a, por ejemplo, un presupuesto de 50 millones de dólares para Rambo: last blood, La directora de orquesta no ha rebasado los 6 millones. Y, sin embargo, el film tiene una buena factura y no tiene nada que envidiar a una gran producción.
La auténtica protagonista de la historia, bajo el nombre de Willy Wolthius, es Antonia Brico, nacida en Róterdam (Países Bajos) en 1902 y fallecida en Denver (Colorado, Estados Unidos) en 1989. Ya en 1974 Judy Collins y Jill Godmilow dirigieron el documental Antonia: A Portrait of the Woman, que fue nominado para los Óscar de 1974, sobre esa mujer, pionera en la dirección de orquesta. Ahora Maria Peters retoma al emblemático personaje, en un momento en que está en su punto álgido la lucha de la mujer por alcanzar el puesto que le corresponde en un mundo tradicionalmente dominado por varones. Sin embargo, Peters conserva perfectamente el equilibrio, mostrando la realidad de atropello e injusticia que, como tantas otras mujeres, sufrió la músico Antonia Brico, pero sin llegar a caer en ningún momento en el oportunismo de las reivindicaciones feministas.
Brico es un auténtico ejemplo de coraje y tenacidad para conseguir lo que uno se propone, por más dificultades e impedimentos que encuentre en el camino. El personaje, de una gran riqueza humana, va descubriéndose a sí misma, en su identidad y en su personalidad y va forjándose como músico y como persona bajo el impulso de su gran pasión por a música y su viva vocación de dirigir una orquesta. El guion, de la misma Maria Peters, pierde un poco de vigor cuando se desvía hacia la subtrama de la búsqueda de la familia de sangre, pero en general está bien llevado. La pincelada romántica de la relación entre Antonia y Frank Thomsen, muy bien encarnados por Christanne de Bruijn y Benjamin Wainwraight funciona para imprimir un poco de sentimiento a una historia bastante dura, del mismo modo que la amistad sincera aparece en el personaje de Robin Jones, al que da vida Scott Turner Schofield, actor transgénero en la vida real. También Scott Turner Schofield hace un trabajo correcto como el profesor Karl Muck.
La película trata de un músico y del mundo de la música, pero no es una película musical. La banda sonora tiene fragmentos preciosos, pero sabe a poco porque se queda en eso, pequeños fragmentos. En conjunto es un film muy agradable y muy oportuno, sobre todo si se tienen en cuenta las estadísticas que aparecen con los créditos finales, sobre la presencia poco más que testimonial del elemento femenino en la dirección de orquesta.
Una buena propuesta.