Cine y Valores

La corona partida

Género: 
Puntuación: 
6

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Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
115
Contenido formativo: 
Crítica: 

Madrigalejo, enero de 1516. En una sala contigua a la alcoba en la que el rey Fernando el Católico está agonizando, el Cardenal Cisneros se dispone a relatar al infante Fernando los turbulentos acontecimientos que tuvieron lugar tras la muerte de su abuela, la reina Isabel de Castilla, y cuanto aconteció hasta llegar al momento presente, en que Fernando, a su vez, está a punto de expirar.
De acuerdo con el relato de Cisneros, un flash back nos retrotrae a noviembre de 1504. La reina Isabel la Católica acaba de fallecer. En su testamento nombra heredera de Castilla a su hija Juana, casada con el archiduque Felipe de Habsburgo, hijo del emperador Maximiliano. Pero, en el caso de que Juana, que ya había dado pruebas de enajenación mental, no estuviera capacitada para gobernar, el rey Fernando debía hacerse cargo de la regencia de Castilla hasta la mayoría de edad del primogénito de Juana, el futuro Carlos I. Pero Felipe el Hermoso quiere la corona de Castilla para sí y no duda en utilizar toda suerte de trapacerías e intrigas para alcanzar su objetivo.
Juana y Felipe llegan a España en la primavera de 1506 y la situación se hace muy tensa y difícil en Castilla. La alta nobleza castellana, partidaria en su mayor parte de la reina Juana, presiona al rey viudo para que ceda el poder a su yerno y se traslade a su reino de Aragón. Para proteger sus tierras y la política en el Mediterráneo, Fernando firma una alianza con su acérrimo enemigo Luis XII de Francia y ambos acuerdan el matrimonio del mismo Fernando con Germana de Foix, sobrina del rey francés. Un hijo fruto de esa unión habría sido el heredero de la corona de Aragón y habría dado al traste con la unidad de España, tan querida por los Reyes Católicos. Efectivamente el matrimonio llegó a tener un hijo varón, pero la película no reseña este hecho, que en realidad fue totalmente irrelevante ya que el niño falleció a las pocas horas de nacer.
Pero la muerte de Felipe el Hermoso en septiembre de ese mismo año de 1506 cambia el rumbo de la historia. Juana es inhabilitada y recluida en Tordesillas y se constituye un Consejo de Regencia presidido por el Cardenal Cisneros, hasta el regreso del rey Fernando.
La película sigue con fidelidad los hechos históricos tal como acontecieron, pero Jordi Frades consigue imprimirles una cierta intriga a pesar de tratarse de sucesos de sobra conocidos. Algunos solo insinuados, como la referencia a la debilidad del rey en sus últimos años a causa de las pócimas fertilizantes que habrían minado su salud. Otros expuestos con detalle como lo referente a Lope de Conchillos, que consiguió una carta firmada de Juana cediéndole la regencia a su padre, por lo cual fue condenado al tormento.
También están bien perfilados los personajes que protagonizaron esa etapa de la historia de España, con ligeras licencias para hacerlos más cercanos y cálidos, como D. Juan Manuel, señor de Belmonte, noble de la máxima confianza de Felipe el Hermoso, el mismo Lope de Conchillos, Beatriz Galindo, profesora y, sobre todo, entrañable amiga y consejera de la reina Isabel; el duque de Alba, etc.
El ritmo narrativo es ágil y vivaz, sin la pesadez en que fácilmente podría caer un relato histórico. Las imágenes y la dirección artística son destacables, con escenas tan impactantes como la macabra procesión de la demenciada Juana con el féretro de su esposo, en la que cobra vida la magnífica pintura de Francisco Pradilla y Ortiz “Juana la Loca”, que puede contemplarse en el museo del Prado de Madrid. Los actores, principales y secundarios, están muy bien en sus respectivos papeles, los acercan al espectador y contribuyen a prestar dinamismo a la narración.
La película es agradable de ver y podría, incluso, constituir un buen material didáctico para aproximarse de forma amena a un período de la historia de España que fue el inestable puente entre el reinado de los Reyes Católicos y la subida al trono de su nieto Carlos I. Pero unas escenas de alcoba -que por otra parte no aportan absolutamente nada a la narración-, a pesar de no poder considerarse excesivamente explícitas, son suficientes para que el film no pueda dirigirse al público más joven y menos aún utilizarse como recurso en un aula.
[Crítica cedida por Pantalla90]