Cine y Valores

Hotel Cambridge

Título original: 
Era O Hotel Cambridge
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
93
Valores: 
Crítica: 

El antiguo Hotel Cambridge es un enorme edificio en mal estado, en el Municipio de São Paulo, en Brasil. Desde hace un tiempo el inmueble está «okupado» por personas de diversas procedencias: refugiados, inmigrantes y hasta brasileños sin techo. En el Cambridge hay diversidad de lenguas y culturas, historias personales y problemas íntimos y sociales de todo tipo, que se dilatan cuando los inquilinos se abren al exterior a través de Internet para conectarse con las familias, los dramas y los países que dejaron atrás. Pero, como era de prever, los «okupantes» son advertidos que la justicia ha aceptado la reclamación del legítimo propietario, que quiere recuperar la casa, y, en consecuencia, tienen un plazo de quince días para llevarse sus enseres y abandonar el lugar. De lo contrario, se procederá a un desalojo forzoso.

La cineasta brasileña Eliane Caffé pudo llevar a cabo el proyecto gracias a la colaboración de cuatro colectivos diferentes: ante todo, el equipo de producción de la película, algunos líderes del MSTC (movimiento de personas sin hogar en São Paulo), un grupo de refugiados y un buen número de estudiantes de arquitectura de la Escola da Cidade. El resultado fue una fusión de ficción y documental, con actores profesionales y personajes reales.

En la amalgama humana instalada en el Cambridge, hay personajes muy interesantes, como el poeta Hassam, refugiado palestino, su protegido, el joven Kalil, el congoleño Ngandu, el pintoresco Apolo, la vieja Gilda… Pero, sobre todo, Carmen, la líder del colectivo. Con su espíritu generoso y su capacidad de iniciativa, organización y resistencia, ejerce el gobierno de la casa, se preocupa de las circunstancias personales de cada uno, pero les exige a todos responsabilidad y colaboración. Estos personajes sirven, además, para, más allá de lo puramente descriptivo, ofrecer una serie de perfiles e historias personales que den cohesión a la trama. Evidentemente no profundiza en ninguno de ellos, porque la película se focaliza en el problema humano de no tener un lugar en el que albergarse, crear un hogar y echar raíces, no quiere profundizar en la historia particular de algunas personas que sirvan de ejemplo. Era O Hotel Cambridge pretende denunciar no una situación puntual, sino un drama acuciante en el primer mundo, donde los más desfavorecidos corren el riesgo de la más sangrante marginación: no tener acceso a lo que es un derecho humano básico, una vida en condiciones dignas.

La película es puro cine social, que trata un tema tan candente en la actualidad como el de la ocupación de viviendas por quienes, por diferentes circunstancias, no la tienen. En un momento dado se establece la diferencia entre los «okupas» del Cambridge, gente que busca un refugio en el que albergarse mientras luchan por la vida, y los «okupas hippies modernos», que se aprovechan de un sistema al que, por otra parte, pretenden destruir. Pero tampoco se presenta el colectivo con una mirada idílica. El relato es sincero (o, por lo menos, bastante sincero), y esa moderna torre de Babel tiene gente buena y generosa pero también personas ruines y conflictivas. Sin embargo todos tienen en común que están sobreviviendo al límite en una sociedad que los ignora. Es difícil ante una situación así no caer en un falso silogismo: 1) No tengo vivienda; 2) En un inmueble no hay nadie en este momento; 3) Ergo tengo derecho a instalarme allí. Esas deducciones han llevado, en la vida real, a que el legítimo dueño de una casa, no pueda entrar en ella, porque otros han forzado la puerta y se han instalado. Lo cual es a todas luces una injusticia y, por tanto, no puede ser la solución a un grave problema ante el que ni los gobiernos ni la sociedad pueden permanecer impasibles. Tratar a las personas como objetos incómodos es una injusticia lacerante, pero intentar solucionar o paliar el mal en el mismo nivel básico de realidad no supone una injusticia menor. Los problemas humanos -y no poder crear un hogar es uno de los más hirientes- sólo se solucionan por elevación, es decir, en este caso, con generosidad, amor e inteligencia para planificar.

Películas como esta son buenas para que todos nos concienciemos de la protección que se debe a los desvalidos, sea cual sea su procedencia y su situación. Es un deber de justicia. Nadie tiene derecho a mirar hacia otro lado.