TE BUSCO Y NO ME ENCUENTRO
Gloria Bell es una mujer en la cincuentena, que todavía resulta atractiva en su madurez. Está divorciada, tiene dos hijos adultos y un nieto, y vive sola en un pequeño apartamento de alquiler. Terminado el trabajo de cada día en una oficina, a Gloria le pesa la soledad y busca un desahogo yendo a discotecas para gente madura de Los Ángeles, donde suenan canciones de su juventud, que Gloria canta y baila hasta la extenuación. Una noche, conoce a Arnold, de su misma edad, recientemente divorciado, y ambos se sienten atraídos.
Remake, en este caso hollywoodiense, de la película chilena Gloria, escrita y dirigida por el mismo director de la original, Sebastián Lelio. La línea argumental es muy sencilla: Gloria siente que está instalada en un vacío vital que la ahoga cada día mientras se desliza inexorablemente hacia la vejez. Para aprovechar las últimas posibilidades de goces sensuales, busca torpemente relaciones de una noche, caricias con deseo y sin amor. Pero, quien busca vencer su soledad procurándose sensaciones no hace más que enrocarse en sí mismo, con el vacío a cuestas. En realidad, Lelio no hace análisis ni, menos aún, propone soluciones. Solo presenta a los personajes y su mundo de inseguridades y torpezas.
La puesta en escena es muy buena y algunas escenas están especialmente logradas, como cuando Gloria va conduciendo, sola por supuesto, cantando a pleno pulmón. Pero es una película tristona, aunque el final, con la música de Gloria, la canción que el italiano Umberto Tozzi hizo famosa al final de la década de los 70, parece dejar una puerta abierta a una cierta esperanza, aunque no se sabe muy bien de qué.
Los personajes no resultan precisamente muy interesantes y probablemente la película hubiera sido un fiasco, si no hubiera sido por un reparto de lujo como Julianne Moore. Está extraordinaria, todo lo que se diga es poco. Es capaz de hacer cercano y hasta entrañable a un personaje sombrío, desconcertado y amargo, que busca en sí mismo como paliar su melancolía, y utiliza a los demás sin llegar a quererlos. La escena en que Arnold le reprocha que ni lo miraba porque estaba a gusto con los otros, es el paradigma de su absurda actitud egocéntrica. Pero Julianne Moore consigue, con su sola presencia en la pantalla, hacer el milagro de que el espectador vibre y empatice con Gloria. John Turturro le da perfectamente la réplica con un trabajo magnífico, y el resto del elenco cumple bien.