En la California actual, Pete y su esposa Ellie tienen un negocio floreciente de reformas de casas. Gozan de una situación acomodada y constituyen un matrimonio feliz. Nunca hasta ahora se han planteado tener hijos, pero parece que empieza a surgir en su interior una cierta nostalgia por formar una familia. Ellie descubre en Internet una realidad que desconocía: muchos niños están en residencias de la administración, esperando una familia de acogida que se haga cargo de ellos.
Después de muchas dudas y cambios de opinión, finalmente toman la decisión de acoger a un niño. Eso supone que tendrán que asistir a reuniones previas de formación y preparación. En uno de esos encuentros, en una jornada de puertas abiertas de la residencia, se quedan muy impresionados por la reacción amarga de Lizzy, una adolescente rebelde con una fuerte personalidad. Cuando ya están convencidos de asumir los problemas añadidos que supone la adaptación de un adolecente, se enteran de que acoger a Lizzi, supone también llevarse a casa a sus dos hermanos pequeños: Juan, un niño tímido e inseguro, totalmente necesitado de la figura de un padre, y la pequeña Lita, que ante cualquier negativa o contrariedad, responde con una escandalosa pataleta. Pete y Ellie los reciben con mucha ilusión y con el lógico temor de no saber cumplir bien en su labor de padres. Pero la empresa es mucho más dura y difícil de lo que jamás hubieran podido imaginar.
La película tiene momentos muy divertidos, algunos abiertamente hilarantes, pero también tiene escenas conmovedoras. Las reuniones previas de candidatos a padres de acogida dejan ver las distintas motivaciones por las que alguien puede tomar la decisión de abrir los brazos y las puertas de su hogar a un niño en situación familiar difícil. Pero Sean Anders lo hace en clave cómica, y nos ofrece algunas de las escenas más cómicas del film.
Mark Wahlberg y Rose Byrne están muy exagerados encarnando a los protagonistas, Pete y Ellie, pero casi es una «exigencia del guion» y el resultado de conjunto no es malo. Isabela Moner como Lizzie y los jovencísimos Gustavo Quiroz Jr. y Julianna Gamiz, como Juan y Lita, hacen una buena labor. Dos secundarias de lujo, Viola Spencer y Margo Martinda, y la menos conocida, Tig Notaro completan un reparto que funciona bien.
Lo más flojo de la película es el desenlace, que para algunos puede llegar, incluso, a estropear todo el conjunto. Lo cual sería injusto, porque es un film muy agradable y divertido. Aunque lo más importante es que resulta muy ilustrativo sobre todo ese mundo de las familias de acogida y muestra la dura realidad de un gran número de niños que necesitan de urgencia un hogar y una familia que los acoja y les dé cariño. Ojalá que tenga también poder de remover corazones y se tiendan muchas manos dispuestas al acogimiento.