Cine y Valores

El sol es también una estrella

Título original: 
The Sun Is Also a Star
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2019
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
100
Contenido formativo: 
Crítica: 

[Crítica cedida por Pantalla 90] LAS INTENSIDAD DEL PRIMER AMOR

Para Natasha Kingsley el día que amanece se anuncia como el peor de su vida hasta el momento. El departamento de inmigración ha resuelto que la familia jamaicana Kingsle debe abandonar de inmediato los Estados Unidos. Para la joven Natasha la noticia es horrible, puesto que lleva nueve años residiendo en Nueva York, prácticamente la mitad de su vida, y ella se siente totalmente neoyorquina. Se resiste a aceptar que pueda no ser considerada norteamericana, cuando, sin abdicar de sus orígenes jamaicanos, EE.UU. es su país, en el que ha crecido y donde quisiera abrirse camino y pasar el resto de su vida. Además, sus sueños de estudiar astronomía en la universidad pueden apagarse irremisiblemente de un plumazo. Decidida a no rendirse tan fácilmente como han hecho sus padres, se dirige al bufete de un prestigioso abogado, Jeremy Martinez, experto en temas de inmigración.

Ese mismo día, en otro rincón de la ciudad de los rascacielos, el joven coreano Danny Bae va a presentar una solicitud para entrar en la universidad, en la facultad de medicina. Aunque, en realidad, su auténtica vocación es la poesía, ve a su madre tan orgullosa que está ilusionado con la nueva perspectiva que se abre ante él.

Un incidente con un coche conducido por un loco, que habría podido convertirse en un accidente fatal, será la ocasión de que los dos jóvenes se conozcan. ¿Ha sido obra del destino? Natasha lleva escrito en el dorso de su cazadora una frase que da mucho que pensar a Danny: Deus ex machina. La expresión procede del teatro clásico griego y romano, y se refiere al giro brusco que sufría una acción por la intervención de un dios, que era introducido en el escenario por medio de una grúa. Pero el joven coreano la utiliza en el sentido de la fuerza del destino para cambiar el rumbo de la vida de las personas.

En realidad hay en común entre ese joven poeta romántico, a punto de entrar en la universidad, y la pragmática Natasha, a punto de ser deportada, pero parece que el destino ha decidido que sus vidas se crucen y surja el amor a primera vista. Deus ex machina pensará él, simple casualidad opinará ella. Son dos caracteres distintos: ella, con una visión práctica de la vida y de los acontecimientos, él abierto al mundo de la poesía, a lo inefable, a los sentimientos que no obedecen a razón. Y más allá de la circunstancia concreta de esos dos jóvenes enamorados, la película aspira (sin conseguirlo) a mover al público a reflexionar sobre si todo en la vida es tangible y demostrable científicamente, como afirma Natasha, o hay una fuerza mágica que, en un momento determinado, irrumpe en nuestra existencia y la trasforma totalmente. O dicho de otro modo, el endeble guion de Tracy Oliver pretende plantear la cuestión de si el hombre es totalmente libre para forjar su vida o bien la existencia de cada uno viene predeterminada. Y puestos a pretender contenido profundo para una historia totalmente superficial, el film contiene también una cierta crítica al sistema estadounidense respecto de la inmigración.

La película, adaptación de la novela de Nicola Yoon, es una historia fresca de enamoramiento adolescente, con todos los ingredientes típicos del género: momentos tiernos arrullados por una música envolvente, palabras intrascendentes pero llenas de la ilusión del primer amor, intercambio de miradas tremulosas, manos que se rozan, labios que se unen, miel que desborda pordoquier.

Los dos protagonistas, Yara Shahidi y Charles Melton salen airosos en sus personajes de jóvenes adolescentes con un solo día para enamorarse, vivir su amor y, tal vez, separarse para siempre. Los lugares más emblemáticos de la ciudad de Nueva York ofrecen un marco magnífico a sus románticos paseos, si bien casi resultan más sugerentes los espacios íntimos, como el pequeño café, el karaoke o las callejas populares. Están bien logrados los vídeos con colorido retro que Ry Russo-Young inserta para mostrar retazos de las historias de inmigración de las familias de ambos protagonistas.

La película no aporta nada al género, pero es un relato limpio, como una bocanada de aire fresco, destinado al público adolescente, que, sin duda la disfrutará.