ELÉVATE Y SUEÑA
En Kabul, la capital de Afganistán, bajo el régimen talibán, la pequeña Parvana, de once años, ayuda a su padre, un antiguo profesor que perdió una pierna en la guerra contra los rusos, a ganar algo de dinero para sostener a la familia, vendiendo en el mercado las pocas cosas que les restan a la familia y leyendo o escribiendo cartas por encargo. Pero un día, el padre es arrestado y llevado a prisión y la vida de Parvana queda totalmente quebrantada. El hogar queda reducido a tres mujeres y un niño muy pequeño. Sin la presencia de un hombre no se puede trabajar, ni ganar dinero ni tan siquiera comprar comida. Parvana decide entonces cortarse el pelo y hacerse pasar por un muchacho, para poder salir y ayudar a su familia. A pesar del continuo peligro de ser reconocida, tiene también el firme propósito de salvar a su padre.
Los dibujos son de una finura fascinante, de colores sutiles y con líneas simples que cobran movimiento mediante un trabajo técnico impresionante, con dibujos arabescos que transmiten la magia de un territorio que ha recibido la impronta de varias culturas ancestrales y se ha convertido en depositario de un tesoro de tradiciones. El film es un elogio de la transmisión oral de las historias legendarias tradicionales, en el seno de la familia y en la sociedad. Un rasgo humanístico muy valioso que, lamentablemente, se está perdiendo en nuestra sociedad de la información. La película es asimismo un canto de amor al padre, como símbolo de la familia y a la tierra, la patria, la ‘tierra de los padres’, de los ancestros. Las raíces inmediatas y el pasado más lejano constituyen el humus saludable para el desarrollo de cada ser humano.
Nora Twomey hace un excelente trabajo de dirección, inspirándose en el libro de Deborah Ellis. En la película, combina sabiamente la exposición de la auténtica realidad, casi con la fidelidad de un documental, con la tensión del suspense y el embrujo deslumbrante de las fábulas y leyendas mitológicas. A lo largo del relato, se intercala un cuento maravilloso, la historia del valiente y esforzado Souleymán. Así se crea un doble nivel de acción, uno real y el otro metafórico, que permite trascender los miedos y el sufrimiento para poder vencerlos. A través de la mirada ingenua de una niña, Twomey muestra la historia de esa tierra sufriente y denuncia el terrible sometimiento que sufre la mujer por parte del islamismo radical. Es una historia dura, pero siempre contenida para evitar los excesos dramáticos, y salpicada de rasgos de humor y de amistad y bondad para aflojar la tensión.
No es una película para niños, ya que la línea argumental solo puede entenderse en el contexto concreto en el que tiene lugar, y es algo que desborda la capacidad de los más pequeños.