¿SANTO O UN FALSARIO?
En 2002, el Papa Juan Pablo II canonizó al capuchino estigmatizado Francesco Forgione, fallecido en 1968, y con ello daba respuesta al hasta entonces «misterio» del Padre Pío de Pietrelcina. Durante muchos años, una multitud de gente en Italia lo había venerado como a un santo viviente, capaz de leer el alma de la gente y de enumerar sus pecados, que tenía el don de la bilocación, y que tuvo los estigmas de Jesucristo en manos, pies y costado durante 50 años consecutivos. Pero frente a esa devoción de la gente sencilla, estaba la desaprobación del Santo Oficio y de muchos clérigos de probada autoridad. Algunos de ellos, años después, se retractaron, pero otros se mantuvieron en silencio cuando el Papa Wojtyła lo elevó a los altares.
El documental es una hagiografía, pero presentada con objetividad. Parte de la multitudinaria ceremonia de canonización del santo, con lo cual deja claro desde el principio que la figura del Padre Pío ya no es discutible. Sin embargo, a partir de ahí, presenta el transcurso de la biografía del santo alrededor del eje de la gran duda siempre presente en su vida. José María Zavala quiere que sea el espectador quien, conociendo todos los datos, pueda finalmente concluir que Juan Pablo II estaba en lo cierto cuando reconoció su santidad.
El montaje de la película está muy logrado. Uno de los grandes aciertos es que no haya narrador, sino que deja que sea el espectador quien vaya recogiendo los datos que se le ofrecen y haga suya la investigación. La trama avanza, pues, como la búsqueda de la respuesta al «misterio del padre Pío de Pietrelcina», que tantas polémicas suscitó en su vida: ¿Era de verdad un santo que hacía asombrosos milagros o era un falsario, tal como creía el Santo Oficio y muchos acreditados miembros de la Iglesia?
Aunque en todo momento se percibe la postura decidida a favor de la santidad del padre Pío, Zavala no elude los argumentos de los detractores del capuchino, entre ellos el mismo doctor Agostino Gemelli -que da nombre al policlínico romano en el que estuvo internado Juan Pablo II después del atentado-, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán y amigo del papa Pío XI, quien no dudó en diagnosticar al padre Pío como neurótico y declarar sin ambages la falsedad de los estigmas. Si bien, años más tarde, llegó a retractarse de sus opiniones.
Los numerosos testimonios y entrevistas de personas más o menos relacionadas con la vida del capuchino cubren prácticamente todas las facetas y resultan, por tanto, creíbles e interesantes: el político Giulio Andreotti, el cineasta Franco Zeffirelli, la religiosa Sor Consolata di Santo, el sacerdote Jean Derobert, al que un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida tras haber sido fusilado en la guerra de Argelia, entre muchos otros.
Quizá sea exagerado hablar de campaña de desprestigio en vida del padre Pío, porque no parece que se tratara de enconamiento sino de una actitud intelectual honesta que no aceptaba la autenticidad del fenómeno. El Santo Oficio público varios decretos en los que se declaraba que no estaba constatada la sobrenaturalidad de los hechos, hasta que el último, del año 1923, fue abiertamente condenatorio y prohibía las visitas al padre Pío o mantener alguna relación con él, incluso epistolar. Mucho tiempo después, en los años 50, la Curia Romana abrió también varias investigaciones y llegó de nuevo a conclusiones desfavorables. Sin embargo, el pueblo sencillo no dejó nunca de seguirlo y acudir a sus misas haciendo caso omiso de las recomendaciones de la misma Curia Romana. Pero habría que esperar hasta 1969, cuando, bajo el pontificado de Juan Pablo II, comenzaron los preliminares de la causa de beatificación del padre Pío.
Es un documental muy interesante, en forma de investigación, con muy buen ritmo, que mantiene el interés de principio a fin.