Lee Strobel es periodista investigador, responsable de la crónica criminal y de juzgados en el Chicago Tribune. Está felizmente casado con Leslie, tienen una hija pequeña y un segundo hijo en camino. Han hecho entre ellos un pacto de «ateísmo», lo cual significa que ambos se han comprometido a mantener fuera de su vida la figura de Dios. Sin embargo, un accidente ocurrido a la niña provoca que Leslie se sitúe ante la trascendencia y empiece a cuestionarse sus convicciones. Sin decirle nada a su marido, asiste a algunas reuniones cristianas y no tarda en convertirse y querer ser bautizada.
Lee es presa de una tormenta de celos porque su mujer ha roto el acuerdo de no dejar espacio entre ellos a ninguna creencia religiosa y siente que Jesucristo, en cuya divinidad no cree, le está usurpando el lugar que sólo a él le corresponde en el corazón de su mujer. Los arrebatos de celos son tan airados que están destruyendo la unión de la pareja, la armonía familiar y la estabilidad emocional del periodista. De indiferente al hecho religioso, se convierte en ateo beligerante y decide iniciar una investigación del estilo de las que tan hábilmente realiza para su periódico, pero en este caso para demostrar que el cristianismo es un fraude, pues está basado en una premisa fundamental falsa, que es la pretendida resurrección de Cristo.
La película está basada en la historia del mismo Lee Strobel, quien plasmó su experiencia en un libro que constituyó en su día un enorme éxito de ventas. El guion sigue con fidelidad el relato de cómo Lee quiso llevar la investigación con el máximo rigor intelectual, rastreando las declaraciones que hubieran podido dejar los presuntos «testigos» presenciales del hecho, en el siglo I de nuestra era, buscando el testimonio de expertos en el ámbito de la historia y de la religión, y la opinión de personas solventes, creyentes unas, ateas otras. La pasión de los celos y el propio convencimiento de la falsedad del cristianismo no consiguieron desviarle de su honrada y comprometida búsqueda de la verdad, que llegó al fin a vislumbrar con «temor y temblor».
Jon Gunn plantea bien los conflictos internos de los personajes, el dolor de la esposa que ve cómo se desmorona su unión matrimonial y se siente incapaz ante la obcecación de su esposo, y el desconcierto de Lee que no puede soportar la idea de no ser el único amor de su mujer y se siente como un marido engañado. Erika Christensen y Mike Vogel están convincentes en sus respectivos papeles, bien secundados por los actores de reparto. Pero lo mejor de la película es el acercamiento al núcleo mismo del cristianismo en clave de investigación, con objetividad, con un total respeto por el ateísmo como actitud de búsqueda de la verdad. No se pretende demostrar «científicamente» la Resurrección, pero sí queda claro que negarla no tiene tampoco fundamento.
Es un film muy interesante, que puede abrir muchos foros de debate y reflexión.