Cine y Valores

Dolor y gloria

Título original: 
Dolor y gloria
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2019
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
108
Contenido formativo: 
Crítica: 

CONFIESO QUE HE VIVIDO

Salvador Mallo es un director de cine que triunfó en los 80. Ahora, aquejado de un sinfín de enfermedades, está sin ganas ni fuerzas de seguir creando. Entre otras muchas molestias, sus lesiones de columna le condicionan lo movilidad, tiene dificultades para tragar y, sobre todo, sufre unas terribles migrañas que lo retienen en casa, en silencio y oscuridad. Se ha refugiado en su soledad, sin apenas salir ni relacionarse, tumbado en la cama la mayor parte del día.

En la primera escena lo vemos totalmente hundido. Literalmente, porque está sumergido en el agua, y metafóricamente, porque es su ánimo decaído, ha tocado fondo, le falta aire, pero sigue viviendo, recordando, amando, libre de pasiones, en una situación de enorme fragilidad física y anímica.   

En su duermevela dolorido afloran los recuerdos de todo lo que ha sido su vida, su infancia, siempre junto a Jacinta, su madre adorada. Mediante una serie de flashbacks la película nos remite a la infancia del personaje, como clave de comprensión de toda su trayectoria vital, o a un pasado reciente, tan solo han transcurrido cuatro años de la muerte de su madre, que Salvador todavía no ha superado. Un reencuentro nada casual y otro fruto del azar actualizan el pasado en el presente y parece que abren una cierta esperanza de futuro.

El elenco es una auténtica maravilla. Antonio Banderas, que lleva el peso de la película, dota al personaje de tanta ternura al personaje, que el espectador empatiza inmediatamente con él. Es un gran cineasta, pero sobre todo es un ser humano sensible, bueno, que ha amado intensamente, ha llorado lágrimas de amargura y ahora echa la vista atrás, con dulzura y aceptación, sin ningún atisbo de rencor. Banderas hace un trabajo magnífico, expresivo en su rostro y su mirada, pero con gestos mínimos, como tras un velo de pudor. Antonio, Salvador y Pedro, un mágico juego de espejos suave y discreto. Penélope Cruz, la madre joven de Salvador, luce con luz propia a pesar de su poca presencia en pantalla. Julieta Serrano, espléndida como la madre anciana. Asier Etxeandia, el actor perdonado. Nora Navas, la fiel agente de Salvador. Leonardo Sbaraglia, el antiguo amante que vuelve del pasado. Asier Flores, el encantador Salvador niño. Los secundarios -el padre, el médico, la beata…- están todos extraordinarios.

La música tiene un importante papel en esa mirada de amor retrospectiva. La cantante Rosalía en un breve papel lavando a orillas del río, rinde homenaje a Lola Flores cantando a capela la mítica canción A tu vera, se recuerda a Chavela Vargas… El mismo trailer es un perfecto epítome del film: las escenas se suceden sin una sola palabra, pero no se echan de menos porque se capta bien la hondura de lo que se contempla. Solo la música, la preciosa voz de Mina cantando en italiano la dulce Come sinfonia sugiere un sueño de amor.        

La historia de una vida que transcurre en los años 60, los 80 y el presente, que habla de inspiración creativa, de la imposibilidad de separar la vida artística y la vida privada, y que, sobre todo, deja ver lo más íntimo de un hombre que vivió la gloria y ahora no le queda más que el dolor de la soledad y el miedo. Y el vacío, el insondable vacío de no poder crear. Sin embargo, no es una película triste, tal vez algo melancólica, pero tan hermosa y tierna, que deja el buen sabor de una narración sincera, discreta y respetuosa. Confesiones llenas de luz y de emoción. Es una película sobria, pero bellísima, rodada con el sello de un gran maestro del cine.