VIVE LA FRANCE!

Claude y Marie Verneuil, mal que bien, habían conseguido asumir que sus cuatro hijas se habían casado con hombres de origen extranjero, David Benichou, israelí, Rachid Benassem, palestino, Chao Ling, chino, y el africano Charles Koffi. Ahora ha llegado el momento de la jubilación de Claude y el matrimonio se dispone a disfrutar plenamente de sus nietos en esa nueva etapa de su vida. Pero una alarmante noticia multiplicada por cuatro -cada una de sus hijas- provocará una nueva tremenda crisis familiar. Sin embargo, Marie y Claude no son de los que se rinden fácilmente.

La película de Philippe de Chauveron se limita a seguir rentabilizando un producto que funcionó muy bien en la primera entrega, y repite los mismos tipos e idénticos recursos cómicos. Lo que sucede es que la reiteración, perdida la sorpresa de la primera vez, ya no tiene la misma gracia.

El elenco sigue funcionando bien, aunque la vis cómica de Christian Clavier, en esta ocasión, no acaba de brillar. Todavía sus gestos provocan sonrisas (no carcajadas), a pesar, todo hay que decirlo, de un guion que no pasa de ser una sucesión de tópicos que, de tan manidos y previsibles, han perdido gran parte de su comicidad. Todo es un déjà vu.

La película quiere transmitir una moralina políticamente correcta y bajo la caricatura del chovinista Claude, asoma la defensa de la diversidad de razas y nacionalidades que ya aparecía en el film anterior. Pero en esta ocasión se le incluye, cómo no, la presencia del elemento homosexual.

Una película que no aporta nada, que apenas si provoca alguna carcajada, pero que permite pasar un rato de distracción. Después de vista, se olvida de inmediato. Es lo mejor que le puede pasar al espectador.