Región de París, a principios de la década de los 70. Gilles es un estudiante de instituto totalmente comprometido con la lucha revolucionaria de su tiempo. Tiene relaciones con dos chicas, más centradas en el sexo que en la afectividad. Le gusta el dibujo y la pintura y quisiera dedicarse al cine, pero con un tipo de películas que ayudaran a la causa revolucionaria. Después de una acción terrorista con un cóctel molotov, en la que un guardia de seguridad del instituto resulta herido de gravedad, parece más prudente que Gilles y sus compañeros desaparezcan de Francia durante un tiempo. Todos ellos se mueven entre el compromiso radical y sus aspiraciones artísticas y personales y, al final de su viaje a Italia y Londres, se ven obligados a tomar decisiones cruciales sobre sus vidas.
La clave de comprensión de la película es la frase de Blaise Pascal que se oye, en clase, al principio de la película: “Entre nous et l’enfer ou le ciel, il n’y a que la vie entre deux qui est la chose du monde la plus fragile” [Pensées, 142] (“Entre nosotros y el cielo o el infierno, sólo existe la vida, que es lo más frágil del mundo”). Los jóvenes protagonistas sólo piensan en el presente, el de la revolución y el suyo propio. Ambos no son siempre conciliables y, en un cierto momento, van a tener que optar.
No queda claro si Olivier Assayas siente nostalgia por los ideales de la revolución del 68 o se trata más bien de una reivindicación de su propia juventud, como generación post-mayo, que recuerda en sus manifestaciones: “No trabajábamos para la prensa, la podrida prensa, odiábamos a todas las empresas, de todas las formas y tamaños y sólo nos acercábamos a ellas para sabotearlas desde dentro. Vivíamos en comunidades, rechazábamos estudiar, construir una familia, los planes de pensiones. No teníamos más símbolos que la negación del mundo, la marginalización”. Como sea, lo cierto es que no profundiza, ni en los acontecimientos ni en los personajes. Se limita a mostrarlos, casi como un documental, para que el espectador extraiga sus propias conclusiones.
En conjunto, es una buena película, tal vez excesivamente ponderada y premiada. Pero está bien realizada y los actores, todos ellos desconocidos, contribuyen también a conseguir ese carácter de documento histórico. La acción fluye lenta y, a veces, algo repetitiva, hasta alcanzar ese final que no es final, porque en los 70 todo cambió pero nada ha cambiado en realidad. Tal vez por ello, su largo metraje de más de 120 minutos produce en el espectador la sensación de haber pasado no dos, sino cuatro horas ante la pantalla.
Después de Mayo
Título original:
Après mai
Género:
Puntuación:
(1 vote)
Publico recomendado:
País:
Año:
2012
Dirección:
Guión:
Fotografía:
Música:
Intérpretes:
Distribuidora:
Duración:
122
Contenido formativo:
Crítica: