El planeta tierra ya no puede albergar seres vivos a causa de la contaminación que lo ha asolado totalmente. Los humanos, causantes del irreversible deterioro de su hábitat, lo han abandonado y han buscado otro lugar en el espacio donde poder asentarse.

Los últimos supervivientes son un grupo de pintorescos seres abisales que han encontrado refugio en la grieta más profunda de los océanos. Su líder, el mítico Kraken, empieza ya a sentirse viejo y procura preparar a su espabilado nieto Deep para que sea su sucesor al frente de la comunidad. Pero Deep es un pequeño pulpo juguetón y aventurero que sueña con conocer el mundo exterior. Él y sus dos amigos, la deliciosa gamba Alice y el medroso pez interna Evo, salen a hurtadillas de su recóndito territorio. En sus alocadas correrías, acaban provocando una catástrofe, que van a tener que intentar remediar, incluso con riesgo de sus vidas.

No es que el film haga guiños, sino que es directamente deudor de la saga de Nemo de Pixar. Lo nuclear del relato es un viaje por el mar, lleno de dificultades y peligros, en búsqueda de un personaje, incluso con frases literalmente calcadas de Buscando a Nemo. En su periplo se encuentran con distintos seres, agresivos y peligrosos unos, amistosos otros con los que van a sucederse trepidantes aventuras.

La animación es correcta y el ritmo muy vigoroso -que consigue paliar en parte la falta de originalidad y solidez de la trama-. El metraje no es excesivo, pero la película se hace larga porque le falta garra. A falta de un guión gracioso, abundan los chistes fáciles, algunos escatológicos, que difícilmente provocan una tímida sonrisa.

Podría haber abundado más en la necesidad de cuidar el medio ambiente, descendiendo a realidades concretas que fueran aleccionadoras para los más pequeños. Pero, por lo menos se agradece sus mensajes sobre el valor de la amistad y la lealtad, y de confiar en los otros, tener en cuenta sus opiniones y trabajar en equipo.