Steven Cantor dirige este documental sobre la compleja historia del portentoso bailarín ucraniano Serguei Polunin, considerado uno de los grandes de la danza de todos los tiempos. Nos ofrece imágenes y escenas de su infancia, cuando ya toda su vida giraba en torno a los duros entrenamientos. Siendo un adolescente, consiguió ser aceptado como alumno en una ilustre escuela británica donde completó su formación y con sólo 19 años se convirtió en el primer bailarín más joven del Royal Ballet de Londres. Pero se entregó a un proceso de destrucción personal con alcohol y drogas, y sólo tres años después, cuando estaba en la cumbre de su carrera, se quedó sin fuerzas y tuvo que abandonar.

En el origen de su caída está el desarraigo de un niño, separado de su familia y de todo ámbito de afecto, haber sido privado de los compañeros y los juegos normales de la infancia para dedicarlo exclusivamente, con enorme rigor, a conseguir la fama. La meta realmente se alcanzó, pero el precio fue una persona quebrada por dentro, para la que intentar volver a salir a flote supuso una empresa no menos dura y dolorosa que las vivencias anteriores.

Polunin resulta un personaje muy interesante en su evolución y en su contradicción interna, entre su amor puro por la danza y el desencanto por el tributo que debía pagar por el triunfo. Se quedó sin infancia ni juventud y, lo que fue todavía peor, sin hogar familiar.

Cantor estructura muy bien el desarrollo de la historia: al principio nos presenta a Polunin niño y resalta la importancia del esfuerzo y la constancia para alcanzar los objetivos que uno se propone; ensalza también el valor de la familia, como ámbito de amor y apoyo incondicional. Seguidamente, muestra el progresivo desencanto del artista, que se siente solo y desorientado. La narración se hace muy amena porque Cantor utiliza un material muy variado: testimonios de familiares y de amigos del bailarín, noticiarios, vídeos caseros, manifestaciones del mismo Serguei y numerosas escenas en que le vemos bailando en el escenario.

Para los amantes de la danza Dancer supondrá un auténtico gozo, pero es también muy interesante para los profanos en ese arte, por el contenido humano de la historia y la belleza de las escenas de baile de un bailarín prodigioso que llegó a conseguir que el ballet saliera del reducto de los aficionados y se convirtiera en viral, como un signo de nuestros tiempos.