UN CORGI EN APUROS

El día del cumpleaños de Su Graciosa Majestad la Reina Isabel II de Inglaterra, su marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, le regala un cachorro de perro corgi galés llamado Rex. La Reina se queda prendada del nuevo inquilino del palacio de Buckingham, y lo colma de toda suerte de mimos y caprichos. Al principio los otros perros lo acogen con afecto e intentan ayudarlo y enseñarle buenos comportamientos. Sin embargo pronto se dan cuenta de que no es un buen compañero y presienten que va a causarles muchos problemas. Rex es un pequeño travieso, pero, sobre todo, es un egoísta, engreído y soberbio, que se siente superior a los demás. Uno de los perros, harto ya de soportar las humillaciones de Rex, decide deshacerse de él y usurpar su puesto de perro preferido de la Reina. Su plan funciona a medias, pero el caso es que Rex se ve de pronto atrapado en una perrera y no tendrá más remedio que desplegar toda su astucia si quiere regresar a palacio.

El belga Ben Stassen dirige esta película de animación, muy bien lograda formalmente, con dibujos muy logrados. Cabe destacar, por ejemplo, el pelo de Rex, una verdadera delicia cuando se mueve. El ritmo es ágil y mantiene el interés sin decaer en ningún momento. Lo que no es nada loable del film es el guion de Rob Sprackling y Johnny Smith. No hay nada que objetar a la línea argumental en general. Las travesuras en palacio sin duda harán las delicias de los más pequeños, mientras que los mayores reirán de buena gana con los dos invitados especiales a palacio: Donald Trump y su esposa Melania. Ahora bien, hay algunos gags son totalmente inadecuados para el público infantil, al que, paradójicamente, va destinado. Esos puntos chocarreros que, por otra parte, no aportan nada, enturbian la que podría haber sido una película familiar recomendable, incluso con un mensaje acerca del error de ser egoísta y soberbio, porque lo único que hace la felicidad es la amistad y el amor. Una pena.