Cine y Valores

Converso

Título original: 
Converso
Género: 
Puntuación: 
9

Average: 9 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Intérpretes: 
Distribuidora: 
Duración: 
62
Crítica: 

David Arratibel ofrece un documental sobre la conversión al cristianismo de cuatro miembros de su familia. El título hace referencia a las dos líneas temáticas de la historia: «converso», ‘alguien que se ha convertido a una religión’ y «(yo) converso», ‘hablo con otras personas’. La acción consiste exclusivamente en conversaciones que tratan de explicar la conversión.   

La película nace del estupor y hasta de la rabia del director cuando comprobó que sucesivamente, uno tras otro, su madre, sus dos hermanas y su cuñado habían abrazado la fe. No se trató de una conversión de grupo ni tampoco de influencia mutua. Sucedió de uno en uno, de forma independiente y de distintos modos. David, agnóstico y totalmente indiferente al hecho religioso, como eran anteriormente todos los demás miembros de su familia, se encontró de pronto como excluido del círculo familiar. Entre ellos se entendían, pero con él habían dejado de hablar el mismo lenguaje. Se había quedado solo. Su reacción fue de rebeldía y se alejó «dando el portazo». Tras un tiempo, no breve por cierto, de distancias y desencuentros, quiso por fin pararse para intentar comprender y, cineasta él, utilizó el cine como herramienta de búsqueda de la verdad.

No tenía un guion prefijado, ni tan siquiera sabía muy bien qué destino le daría al material. Quería entender, llenar vacíos, recomponer vínculos, y la cámara, sin romper la intimidad (nunca hubo un equipo en las sesiones, los operarios montaban y se iban), cumplía el rol de la presencia de un extraño que de algún modo inhibía e impedía caer en sentimentalismos. Grabó horas y horas de conversaciones con unos y otros, que fueron llenando silencios y anulando las distancias.

Y llegó la hora del montaje. Había que ordenar material y emociones. Lo distribuyó en 9 capítulos, a los que puso título. Aunque ni son compartimentos estancos, ni son partes de una narración en la que se va avanzando, forman una estructura ordenada. El contenido de todos ellos son las vivencias de los personajes involucrados que constituyen los hilos de una experiencia de amor y reconciliación que van tejiendo la trama de la película. En la película y, sobre todo, en el corazón de David, hay una ausencia muy presente: Pello Arratibel, el padre, el único con el que no ha podido hablar, ese que «si está en el cielo» ya llegará el día, porque «tenemos una conversación pendiente». El film empieza en su nombre «Capítulo 1. Padre» y termina con la dedicatoria: «A mi padre. A mi familia». Así pues, Pello, el padre, abarca todo, lo contiene todo como en un gran abrazo.

Aunque las escenas puedan parecer casi aleatorias y desordenadas, Arratibel les ha imprimido un orden exquisito para formar un conjunto de sentido. La reflexión empieza con el título «2. El Espíritu Santo» y llega a su fin con «8. No se puede filmar al Espíritu Santo». Después de eso, el reencuentro se ha cumplido y lo que queda es «9. Armonía».

Si contemplamos la película aplicando la teoría quintasiana de los niveles de realidad, se presenta ante nosotros diáfana, en toda su profundidad humana. Parte del desencuentro y la incomprensión, es decir, relaciones del mero nivel 1. Tal vez la conversión fue el desencadenante del alejamiento físico de David, pero no el motivo primero de sus desencuentros. Se puede vivir con otra persona durante años y no crear con ella una sola relación de encuentro auténtico. Pero llegó un momento en que unos y otros decidieron abrirse al otro, escucharlo e intentar comprenderlo. Con ello se elevaron al nivel 2, del encuentro personal. ¿De dónde les vino la energía para dar ese paso? Ante todo del amor personal, pero también de la búsqueda de la verdad, del perdón, la belleza… Dieron, pues, el salto al nivel 3, que es el nivel de los valores. Y toda la historia toma su origen en la influencia del nivel 4, el religioso, tan real e innegable, como inexplicable: No se puede filmar al Espíritu Santo, pero ahí está. Es el viento que mueve todos los tubos del órgano que es la Iglesia, como explica Raúl, el cuñado.

El auténtico protagonista de la película es David, el hombre en búsqueda de la verdad. Sin embargo él no busca a Dios, no es Dios quien le interesa; busca a su gente, quiere comprender a los seres que ama, porque, aun en la distancia, nunca ha perdido el sentido de pertenencia a la familia y la que quiere recuperar. Pero falta el padre. Y David va tras la sombra del padre ausente en la voz de su tía Celia Arratibel, con la que quiere adelantar algo de esa conversación pendiente que tendrán, el padre y el hijo, cuando un día se reencuentren.

Converso es una película magnífica. Habla de familia, de silencios oscuros y de palabras luminosas. Tiene la poesía del dolor, el amor, el encuentro y las grandes incertidumbres de la noche oscura de la fe. Es ágil, tiene autenticidad, emociona y da que pensar.