LUZ INTERIOR
En el verano de 1983, coincidiendo con el nacimiento de su primer hijo, el escritor y teólogo John Hulls se quedó totalmente ciego a causa de una enfermedad degenerativa de la retina, de carácter irreversible. Totalmente desconcertado, se sentía incapaz de asumir su dramática situación, hasta que reflexionó y llegó a la conclusión de que no solo debía aceptar lo inevitable, sino que para poder convivir con ello, debía esforzarse en encontrarle el sentido. Solamente así podría resituarse en la vida con las nuevas circunstancias, recuperar sus clases en la universidad y, lo que era todavía más importante, no convertirse en un elemento distorsionador para su familia.
Para llegar a un nuevo conocimiento y a una aceptación de sí mismo en la situación actual, que le permitiera volver a encontrar el sentido de su vida, comenzó a grabar un diario íntimo en su magnetofón. Tiempo después, aparecería en forma de libro, pero las grabaciones originales nunca fueron publicadas.
Cuando Pete Middleton y James Spinney tuvieron acceso a ese material, todavía realizaron la grabación de unas veinte horas más de audio con entrevistas al matrimonio Hulls, John y Merilyn. Para hacer la película, se buscaron actores que encarnaran a los personajes reales, pero las voces eran las auténticas de las grabaciones, de tal modo que los actores sincronizaban el movimiento de sus labios con las voces originales de las grabaciones caseras de John Hulls. Las entrevistas en formato audio que habían realizado ambos cineastas aparecen entrelazadas a lo largo de la banda sonora de la película.
El resultado es una película muy original, en formato documental, si bien con actores que encarnan con total fidelidad a los protagonistas reales de la historia. Al hilo de la narración de los hechos, el film se adentra en los sueños y las pesadillas de John, sus angustias y sus miedos. Oímos el relato de su decaimiento de ánimo hasta tocar fondo y, desde allí, su renacimiento y su transformación personal.
Es un cine lento, tranquilo, que invita al espectador a seguir la reflexión de John. Las imágenes, oscuras y a menudo como veladas, consiguen trasladarnos de algún modo la impresión, si no de la ceguera, sí de la falta de visión. La fe religiosa, a la que no se alude hasta el final, irrumpe con fuerza, corona y da sentido a todo cuanto ha ido sucediendo. En una escena de una gran belleza, bajo la lluvia, John ha aprendido a ver con otros ojos. Es el hombre nuevo que ha renacido a la vida. Y a partir de ese momento considera a la ceguera como un don de Dios. No en el sentido de que sea deseable, nadie la quiere ni para sí mismo ni para nadie, pero es un don entendido como algo que Dios nos concede como una tarea, para que saquemos frutos de él y con él.
Contemplación es una película poética, que invita a «contemplar» el descenso de un hombre a los abismos del dolor para renacer después con nuevos bríos al experimentar la presencia amorosa de Dios en su desgracia y descubrir que algo tan amargo como la ceguera puede ser ocasión de crecimiento personal y, por tanto, puede dar pleno sentido a la existencia.
Seguramente a más de uno le parecerá que al argumento le falta vigor y la película le resultará demasiado parsimoniosa. Pero es el ritmo que precisa una narración de ese tipo. No se ve igual una película poética que una película de acción.