PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO
El año 2015 está siendo enormemente conflictivo para la economía europea. Los mandatarios de la zona euro han prestado mucho dinero a Grecia, que ahora, bajo el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras, líder de SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical), se niega a cumplir los mandatos de la Troika (grupo de decisión formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional). El gobierno de Grecia fue el primero de la eurozona en solicitar un rescate financiero y recibió miles de millones de euros, prestados por catorce estados miembros. Tres años después, en 2013, hubo que aplicar un segundo rescate y, ahora, en 2015 todavía pide un tercer rescate.
Yanis Varoufakis, ministro de Finanzas del gobierno Tsipras, quien tuvo un papel protagonista en las negociaciones con la Comisión europea, en su libro Comportarse como adultos, criticó duramente la construcción europea, reprochando a sus líderes su falta de representatividad democrática y cómo gestionaban los intereses de los acreedores frente a los países endeudados como Grecia. Dicho libro constituye la base sobre la que Costa-Gavras ha elaborado el guion de su película.
Cuando el espectador asiste a las negociaciones, entiende que el juego que se está desarrollando no está al alcance de cualquiera. Realmente no es un juego de niños, sino de “adultos”, de gente muy experta en la materia. Sin embargo, el título de la obra de Varoufakis no tiene ese sentido, sino que encierra connotaciones despectivas, pues trata a los grandes mandatarios de personas inmaduras y reclama la presencia de personas maduras para sacar adelante la eurozona. Evidentemente, se postula a él mismo como el único adulto frente a un grupo de niñatos incompetentes, el único que sabe de economía, el único que tiene las ideas acertadas.
Constantin Costa-Gravas, consecuente con su adhesión política, traza una historia totalmente maniqueísta: Yanis Varoufakis es el buenísimo, Alexis Tsipras y su entorno son los buenos y la CE, el BCE y el FMI son los malísimos, además de extremadamente torpes por no comprender la clarividencia de Varoufakis y no aceptar gozosos su propuesta de prácticamente condonar la deuda y dar por perdido su dinero.
Dejando aparte la faceta de la película que constituye una apología del personaje protagonista, Varoufakis, y, por ende, de las ideologías populistas, el cineasta franco-griego, una vez más, da muestras de su saber hacer y consigue que el ritmo de la narración no decaiga en ningún momento y que el espectador siga con interés la historia, a pesar de lo abrupto del tema. Alguna escena surrealista deja un poco desconcertado, pero no queda mal en el conjunto.
No es una película apasionante, pero sí resulta interesante.