La película toma su nombre del mismo territorio de los comanches, en el estado de Texas, a mediados del siglo XIX, cuando en el «Oeste» los »cowboys» conducían sus ganados y los jinetes galopaban por la llanura siempre bajo la amenaza de los ataques de los indios
Actualmente todo ha cambiado: esas tierras sin horizontes están sembradas de máquinas que extraen el petróleo, y bancos que imponen su ley con las armas del dinero. Sigue habiendo indios, pero ahora visten el uniforme de policía y quienes de verdad atentan contra la paz y la tranquilidad de las familias son las grandes empresas y, muy especialmente, las que manejan los hilos de la economía, es decir, las entidades bancarias, que oprimen a sus clientes con préstamos abusivos y contratos engañosos.
Tras la muerte de su madre, los hermanos Tanner y Toby Howard organizan una serie de atracos en distintas poblaciones a sucursales del mismo banco, el Texas Midlans Bank. Paulatinamente vamos conociendo su historia y nos enteramos de que quedan pocos días para el injusto desahucio de la propiedad familiar y que, para impedirlo, Tanner y Toby tienen previsto obtener con los distintos golpes el dinero necesario para pagar al Texas Midlans Bank ¡con su mismo dinero!
La película tiene la estructura de un western clásico de policía y bandidos: un experto Ranger a punto de jubilarse y su segundo, un indio convertido en agente de la ley, están decididos a atrapar a dos forajidos que llevan a cabo robos en cadena. Pero Comanchería no es solamente una historia de «buenos y malos», sino que, en el fondo, constituye un drama moral sobre la familia y la fraternidad frente a la injusticia despiadada que oprime a los más débiles.
Los actores están magníficos, aunque a los cuatro personajes les falta algo de profundidad. Conocemos las motivaciones que los llevan a actuar, aunque se echa de menos que se ahonde más en sus respectivos dramas o situaciones existenciales. Son personajes sugerentes, pero nos acabamos quedando en la superficie, sin ahondar en cómo han llegado hasta ahí. La sencillez en la trama argumental, dura sin concesiones, está en perfecta sintonía con el paisaje desértico y agreste del viejo Oeste. David Mackenzie imprime a su película una atmósfera de viejo western con problemática del mundo moderno, que hacen de Comanchería un thriller texano crepuscular y un drama humano actual.