DE COLETTE A CLAUDINE

París, finales del siglo XIX. Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954) vive a la sombra de su marido, Willy, un vividor catorce años mayor que ella. Se casó muy enamorada, pero las incesantes aventuras de su infiel marido acaban por destruir las ilusiones de la joven sobre el matrimonio. Willy, escritor y crítico musical, cuyo verdadero nombre es Henry Gauthier-Villars, tiene serios problemas para mantener su editorial y pagar a los numerosos escritores que escriben para él. Cuando descubre los relatos autobiográficos de su joven esposa, queda fascinado y decide ponerla a escribir también para él. En 1900 se publica el primer relato salido de la pluma de Gabrielle Colette, Claudine à l’école, con el seudónimo de Willy. El éxito es fulminante y el ambicioso marido ordena entonces a Gabrielle -que a partir de entonces se hace llamar simplemente «Colette»- que siga escribiendo novelas protagonizadas por su provocadora heroína. Los cinco libros de la saga de las «Claudine» -Claudine à l’école, Claudine à Paris, Claudine en ménage, Claudine s'en va y, después de la separación del matrimonio, La retraite sentimentale, que ya aparece bajo el nombre de autor «Colette»- constituyen todo un fenómeno literario y social. «Claudine» se convierte en una moda y un referente, en el vestido, el corte de pelo, el lenguaje, las costumbres… Pero toda fuente de dinero es poca para el mundano Willy, capaz de dilapidar en su vida de juergas y amantes la fortuna que gana su esposa. Aunque Colette sigue amando a Willy, la seguridad que le ofrece el éxito le permite emanciparse, vivir ardientes pasiones y aventuras artísticas fuera del hogar.

Colette fue la segunda mujer que fuera elegida miembro de la Academia Goncourt en 1945, de la que llegó a ser Presidenta entre 1949 y 1954. Fue condecorada con la Legión de Honor y es la única escritora francesa que ha recibido un funeral de estado. Muchas de sus obras han sido adaptadas al cine y a la televisión. Inolvidable la versión de Gigi que en 1958 Vicente Minnelli llevó a la gran pantalla, en forma de musical con un reparto de lujo - Leslie Caron, Maurice Chevalier, Louis Jourdan…-.

Wash Westmoreland no nos ofrece un retrato fiel de Colette, una de las figuras más interesantes de la historia de la literatura francesa del siglo XX, pero sí nos permite hacernos una idea de su capacidad de adelantarse a su tiempo en cuanto a liberarse de corsés en las costumbres sociales. No obstante, el film parece estar más bien realizado desde la mentalidad actual de ideología de género que desde la realidad personal de Sidonie-Gabrielle Colette.

El relato está bien trabado, pero es más bien anecdótico, no hay una profundización en la personalidad ni en la vida de Colette. En toda la estética del film flota una cierta sensualidad, elegantemente prudente para no caer en escenas eróticas, pero que consigue insinuar la sed de libertad y el inconformismo de los inicios como escritora de esa joven de provincias, que llegó a París en brazos de un marido libertino, y que sería una de las plumas más prestigiosas de Francia. Algún trazo deja traslucir el amor de Colette por la naturaleza y los animales, pero, en conjunto, el guion parece inclinarse más bien hacia un drama doméstico entre personajes de altura intelectual, con un fondo de amores sáficos.

La ambientación de la época -vestuario, mobiliario, costumbres, etc.- está muy bien lograda y resulta creíble, pero suenan muy raros los diálogos en inglés cuando los numerosos textos escritos que aparecen están totalmente en francés. En una versión doblada, eso sería lógico, pero en la versión original resulta, como poco, bastante sorprendente. Keira Knightley -la dulce Gretta de Begin again (2013) y la apasionada Anna Karenina (2012)- está de nuevo magnífica, en esta ocasión dando vida a la famosa escritora, con un compañero, Dominic West, con su mismo nivel de calidad.

Una película entretenida, que da a conocer a una gran escritora, que en España no goza de la popularidad que merece.