1 MEDALLA CEC: ACTOR REVELACIÓN, Jesús Vidal/ 3 GOYAS : MEJOR PELÍCULA, ACTOR REVELACIÓN (Jesús Vidal), CANCIÓN/ 2 PREMIOS FEROZ: MEJOR COMEDIA, MEJOR ACTOR (Antonio de la Torre)/ 2 PREMIOS FORQUÉ: CINE Y EDUCACIÓN EN VALORES, LARGOMETRAJE DE FICCIÓN.
CONSTELACIÓN DE CAMPEONES
Marco, segundo entrenador de un equipo de baloncesto de primera división, está atravesando un mal momento personal. Tiene, además, un accidente conduciendo ebrio, y es condenado por ello a tres meses de servicios sociales. Su cometido: entrenar a un equipo de baloncesto formado por personas con discapacidad intelectual.
La trayectoria de Javier Fesser ha estado sembrada de bien merecidos reconocimientos, pero cuenta también con un notable fiasco, Camino, sobre el caso real de Alexia González-Barros, que contó con la desaprobación frontal de la familia y de cuantos habían vivido de cerca la enfermedad de la niña.
En este caso, Fesser se adentra en la corriente de las «feel good movies», las películas pensadas para hacer sentir bien al espectador, y afronta un desafío impresionante, porque distribuye la mayor parte de los papeles principales entre personas realmente deficientes mentales. De este modo, la historia transmite una veracidad que de ningún modo hubiera podido alcanzarse con actores profesionales. Nadie duda de la dificultad que debió de suponer dirigir a ese grupo de personas, pero de inmediato Fesser consigue hacerlos cercanos y entrañables y que el espectador empatice con ellos. La película es muy divertida, con gags realmente hilarantes, pero las risas son «con» los personajes, nunca «de» ellos. No son «medios» para hacer reír, sino que son personas, con toda su dignidad, que conforman el elenco de una película, encarnan los roles de una historia con una gran dosis de comicidad. Cada uno de los miembros de ese equipo deportivo es tratado con un profundo respeto y con una gran ternura.
La película está muy bien escrita y seguramente conseguirá que más de uno descubra, no ya el valor y la dignidad de esas personas - que eso se da por supuesto-, sino sobre todo sus capacidades, las posibilidades que pueden llegar a asumir con responsabilidad. Lo mejor de la película es, sin duda, el casting. Es verdad que gran parte del peso recae en un magnífico Javier Gutiérrez, que nos ofrece una interpretación magistral. Consigue le justa medida de emoción en su mirada para ir dando réplica al resto de los actores manteniendo el justo equilibrio entre comicidad y respeto, carcajadas y delicadeza. Pero junto a él, sus compañeros, que no son intérpretes profesionales, y que cuentan, además, con una dificultad añadida, se revelan también como muy buenos actores.
No es una película redonda, porque el desarrollo de la trama es muy previsible. Desde el principio ya podemos colegir que Marco Montes, el entrenador, va a evolucionar desde el estupor y el rechazo hasta la comprensión y el cariño sinceros, que lo convertirán en una persona nueva. Él habrá enseñado muchas cosas a sus jugadores, pero ellos habrán sido para él maestros de humanidad. Del mismo modo, las escenas cómicas del principio, van deslizándose paulatinamente hacia situaciones y momentos muy conmovedores, tal vez incluso excesivamente azucarados al final. No era necesario explicitar tanto el mensaje de tolerancia y de ayuda mutua que ya habíamos captado al principio.
Pero esos pequeños defectos no ensombrecen en absoluto una historia positiva sobre el valor de la persona, sean cualesquiera sus circunstancias, y sobre cómo un hombre duro e intransigente puede llegar a madurar y orientar su vida por el sendero adecuado si se deja esponjar el corazón por la bondad y la sencillez de unos seres muy valiosos que no entienden de dobleces ni falsedades.