FE, VOZ Y CORAZÓN
En enero de 1972, Aretha Franklin decidió grabar un álbum en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, Los Ángeles, en el seno de la comunidad del reverendo James Cleveland, formada especialmente por afroamericanos, ante un grupo de fieles, entre los que se reconocen al padre de Aretha, el Pastor Clarence Franklin, quien fue gran amigo y confidente de Martin Luther King; a Mick Jagger y Charlie Watts, de The Rolling Stones; o al mismo Sydney Pollack, quien se encargó de filmar en vivo las dos sesiones. Aretha estuvo acompañada por las voces del Southern California Community Choir, el coro del reverendo Cleveland, a su vez cantante, músico y compositor de góspel.
Por un error del equipo de Sydney Pollack, el sonido y la imagen no quedaron sincronizados y el material de archivo terminó olvidado durante cuatro décadas. Antes de su muerte en 2008, Pollack expresó su deseo de que se completara la película y fue el productor Alan Elliott quien retomó el proyecto y consiguió sincronizar la imagen con el sonido gracias a los medios tecnológicos actuales. Hubo entonces una auténtica batalla judicial con la propia protagonista, quien, nadie sabe por qué, se oponía a que el documental viera la luz. Tras su fallecimiento, en 2018, se pudo llegar a un acuerdo con los herederos y, por fin, la película ha conseguido ser proyectada en las salas.
Aretha, una de las más hermosas voces de la historia del soul, está en estado de gracia, casi en trance en algún momento, con las lágrimas deslizándose por sus mejillas y transmitiendo la emoción a quienes la escuchan, en directo o a través del álbum. A lo largo de las dos horas, que se pasan en un suspiro, van sonando las más bellas composiciones del repertorio góspel en esa voz maravillosa.
Es una película preciosa, un regalo para los ojos, los oídos y el corazón. Nadie debería perdérsela.