Cine y Valores

Ahora sí, antes no.

Título original: 
Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2015
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
121
Contenido formativo: 
Crítica: 

Ham Cheon-soo, un reconocido director de cine independiente, por error llega un día antes a Suwon donde ha sido invitado a un festival para presentar una de sus películas y hablar de su obra. La ciudad tiene poco que ofrecer y, para matar el tiempo, Ham visita un palacio municipal. Allí conoce a Yoon, una joven y hermosa pintora por la que se siente enseguida fuertemente atraído. Ambos unen sus soledades en una jornada que irá cambiando a medida que se va creando entre ellos un cierto nivel de intimidad: primero en un café anodino, después en el estudio en el que ella trabaja, a continuación una cena en la que el exceso de alcohol anula sus mentes, para finalizar en una accidentada reunión en casa de unos amigos, de la que ella se ausenta y en la que la realidad de Ham queda al desnudo, física y moralmente. Yoon, cuya delicada pero fría expresión no nos permite adivinar sus sentimientos, regresa sola a su casa.
Pero, llegados a ese punto, la historia vuelve a empezar. Básicamente se repite lo mismo: el hombre, la ciudad de provincias, lo joven pintora… No se da ninguna explicación al espectador, se deja que sea él quien, espontáneamente, elabore sus hipótesis. La historia, pues, vuelve a comenzar. Pero donde había una ocultación, ahora hay sinceridad, donde había estrategia de un seductor ególatra, ahora hay una actitud algo más abierta a la realidad personal del otro.
Pero, sobre todo, y he aquí la magia de Hong Sangsoo, la repetición de una acción única en la vida tiene el poder de trascender la fugacidad de los instantes y aparece, no como una mera duplicación, sino como una nueva oportunidad. Algunas imágenes breves, casi imperceptibles pero llenas de simbolismo –el pincel empapado de pintura esperando unas manos creativas, las tazas de café y té, cálidas, humeantes, testigos mudos de un posible encuentro humano–, son objetos materiales que nos invitan a levantar la vista sobre lo banal y abrirnos a una mirada de largo alcance que permita vislumbrar la potencial riqueza de lo cotidiano o de lo aparentemente insignificante. Saber distinguir algo oculto y misterioso a cada segundo, cada día, en nuestro entorno, como le recomienda el director a una discípula enamorada.
La película se divide, pues, en dos partes, la segunda de las cuales repite la primera con ligeras variaciones en la forma, pero que implican una actitud distinta ante la vida y, por tanto, con consecuencias dispares. Como un trasunto de la relidad. El destino o la casualidad ofrece oportunidades, pero es el hombre quien da respuesta a esas situaciones, es el hombre quien finalmente decide sobre la trayectoria de su vida.
Sangsoo nos brinda una obra hermosa y delicada, una historia llena de amargura y dulzura, con dos actores magníficos y una cámara que nos ofrece planos bellísimos. Pura poesía.
Seguramente no sea una película para el gran público, pero para quienes gusten de no sentir el tiempo y dejarse envolver por una historia evanescente y por la lentitud de lo que sucede en la pantalla, serán dos horas de deleite.