Cine y Valores

13 horas, los soldados secretos de Bengasi

Título original: 
13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
144
Contenido formativo: 
Crítica: 

Tras la muerte del dictador Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, Libia vivió una situación caótica. Por ello, en la ciudad de Bengasi, los Estados Unidos mantenían una base secreta de la CIA. Pero en septiembre de 2012, el embajador J. Christopher Stevens, de visita oficial, decidió instalarse en una casa con sus escasos miembros de seguridad. En la noche del 11 de septiembre, un gran número de musulmanes radicales atacaron el complejo diplomático estadounidense y la misma base de la CIA –cuya existencia conocían perfectamente– y mataron a cuatro estadounidenses, incluido el mismo embajador.
La película recrea con vigor la historia de los seis miembros de un equipo de seguridad que lucharon para proteger a los suyos en aquel lugar, durante esas 13 horas de auténtica pesadilla. Es un relato trepidante, hiperrealista, enormemente violento, que sin duda gustará a los amantes del género, pero que para otros puede resultar excesivamente brutal. El guion es muy bueno y consigue involucrar totalmente al espectador en la trama, a pesar de que en algún momento, en el fragor del combate, le cueste incluso identificar a los personajes, envueltos en el ruido y el humo de las explosiones y las balas. Ese mismo desconcierto experimentan los americanos, que a menudo no saben si quienes se aproximan a ellos son amigos que van a ayudarles o enemigos dispuesto a destruirlos. Pero esta misma sensación de caos en el que ese puñado de hombres se está jugando la vida cumpliendo con su deber produce un agudo desasosiego y logra mantener la tensión sin apenas un respiro.
Sin embargo Michael Bay no sólo nos describe una acción heroica con un ritmo desenfrenado, sino que también nos deja ver el fondo humano de los protagonistas, su capacidad de ternura con sus familias y sus deseos de regresar definitivamente a casa. E incluso nos muestra su desconcierto por estar jugándose la vida en un país que no aman, involucrados en un conflicto interno que no entienden ni les importa. Pero son leales a su misión de defender a sus compatriotas. Así, aun en medio de una furia de odio y sangre, el ser humano es capaz de vivir y morir por fidelidad a sus compatriotas y a su bandera, con el corazón rebosante de amor por los suyos, abierto a la Trascendencia. La película da que pensar sobre la posibilidad del ser humano por conservar su integridad aun en las circunstancias más terribles, es decir, por mantener una adhesión incondicional a los grandes valores en condiciones extremas. Una gran lección de vida, en una época en que cada día vemos como se relativizan los valores, engullidos por intereses egoístas y espurios.