LOS TRES MOSQUETEROS: MILADY
Después de una introducción que sirve de recuerdo y enlace con la primera parte, la trama se desarrolla en varios hilos narrativos que se entrecruzan entre sí. Tal como lo dejamos en la entrega anterior –Los tres mosqueteros: D’Artagnan–, el joven gascón sigue buscando desesperadamente a la bella Constance y se cruza en su camino con la misteriosa Milady de Winter, auténtico centro de la película.
Pero salvo D’Artagnan, que está permanentemente presente, los personajes masculinos –incluidos los tres mosqueteros, Athos, Porthos y Aramis– quedan relegados a un segundo plano, mientras que las mujeres ostentan el protagonismo, tanto en las tramas amorosas como en las políticas. En el centro de todos ellas, la terrible condesa de Winter, «Milady», que da título a la película. Es una mujer bellísima, astuta y capaz de las mayores hazañas, pero es un ser diabólico, extremadamente hábil para el engaño y la manipulación. Martin Bourboulon juega con el personaje, lo recrea tomándose las licencias que le convienen sobre el texto original de Alejandro Dumas para conseguir escenas cinematográficas vivas y espectaculares. Eva Green está inmensa en su papel, aderezada además con un vestuario maravilloso.
La diversidad de acciones y la profusión de personajes es un mérito del equipo guionista –Bourboulon, Delaporte y de La Patellière–, que aporta viveza al relato, pero en algún pasaje se les va la mano y el espectador corre el riesgo de desorientarse entre la maraña de acciones, intrigas y aventuras y perder la línea argumental. La fotografía de Nicolas Bolduc, espléndida de luz y de colores, nos ofrece imágenes maravillosas de los castillos y de los paisajes, como la costa de La Rochelle. Aunque la batalla por la toma de La Rochelle y la destrucción de la armada inglesa no se alargan demasiado, el combate resulta creíble y mantiene la tensión. Las frecuentes escenas de lucha de capa y espada son espectaculares, con unos actores totalmente entregados dando realismo a la situación.
La película busca sobre todo el entretenimiento del espectador y realmente consigue bien su objetivo de permitir pasar un buen rato al público amante del género. Aunque hay que advertir que no es una adaptación demasiado fiel de la obra de Dumas. El rey y la reina, perfectamente encarnados por Louis Garrel y Vicky Krieps, aparecen casi desdibujados en papeles muy pequeños; los tres mosqueteros «titulares» parecen haber perdido seguridad y brillantez como equipo indestructible y se echan de menos escenas vibrantes de acción conjuntas de Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan, uno para todos y todos para uno. Se nota la falta del espíritu Dumas. El resultado es una película de tinte casi feminista actual, con una heroína indiscutible, que es Milady.
Como curiosidad, diremos que el personaje de Hannibal, interpretado por Ralph Amoussou, no aparece en la obra de Alejando Dumas, sino que está inspirado en otra novela, Prince. Ébène (Príncipe. Ébano) de Frédéric Couderc, publicada en 2003. Pero en realidad, ese personaje existió, aunque no con Luis XIII, sino con su hijo: se trata de Aniaba, un príncipe de la zona de la actual de Costa de Marfil, que llegó a Francia en 1688, se convirtió al catolicismo y fue apadrinado por el mismísimo Rey Sol, Luis XIV. Permaneció varios años en Versalles y fue efectivamente oficial del ejército francés.