Cine y Valores

VIAJE HACIA EL DESIERTO

Título original: 
Ingeborg Bachmann. Reise in die Wüste
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2023
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
110
Contenido formativo: 
Crítica: 

EL PELIGRO DE CONFUNDIR PASIÓN Y AMOR

Ingeborg Bachmann, una de las más importantes escritoras alemanas del siglo XX, poeta, ensayista y siempre defensora de los derechos de la mujer, acaba de separarse de un también famoso escritor, el dramaturgo suizo Max Frisch, con el que ha compartido cuatro años de vida en común marcados por la pasión y las desavenencias. 

La ruptura ha sido traumática y ella se ha hundido en un estado depresivo: es incapaz de escribir y está en tratamiento psiquiátrico. Un sueño que Ingeborg le relata a su psicoterapeuta nos muestra desde el inicio de la película el quebranto interior que le ha causado el desamor de Frisch: se ve con un grupo de mujeres que corren perseguidas por unos perros que casi las alcanzan. A lo lejos hay otro perro, como un buldog de musculatura regordeta, menos rápido pero más peligroso, que avanza hacia ellas amenazante… Su nombre es Max.

Ingeborg tiene treinta y seis años, es hermosa y está en la cima de su fama como escritora, pero está profundamente desazonada y no consigue concentrarse para escribir. En estas condiciones, acepta la invitación de Adolf Opel, un joven escritor austríaco, gran amigo suyo, de viajar con él al desierto. Ese tiempo en plena naturaleza salvaje se convierte en un viaje al interior de sí misma, al desierto árido en que se han convertido su corazón y su persona. Es un trayecto doloroso, entre recuerdos traumáticos que la paralizan y esfuerzos por recuperar su equilibrio personal y su capacidad de volver a escribir. 

La trama de la película se desarrolla, pues, siguiendo dos líneas argumentales perfectamente trabadas: su vida y su lucha en el desierto por reencontrarse y la memoria de su pasado. Recordará los cuatro años tumultuosos que pasó junto a Frisch, desde su encuentro en París, en 1958, primero en Zúrich y después en Roma. Su viaje irá alternativamente del interior al exterior, de los recuerdos a la realidad actual, de su yo herido a la escritora que empieza a resurgir.

El relato de von Trotta abarca seis años de la vida de Ingeborg Bachmann, los cuatro de pasión compartida con Max Frisch, y los dos posteriores de decaimiento e intento de recuperación que culmina en su escapada al desierto. Los flashbacks no son meros recursos que se añaden a la narración, sino que forman parte de una estructura dramática muy precisa. Alternativamente se evocan el deterioro de la pasión con Frisch y sus consecuencias en la salud de Ingeborg, y vuelta al presente con la lenta recuperación de su estado de ánimo y las nuevas ilusiones de disfrutar de paseos por el desierto, a pie o en camello, o por las tiendas y callejas de los poblados. 

El retrato de esa mujer segura de sí misma, que abrió caminos de libertad para las mujeres, se hace todavía más vivo y apasionante por la magnífica interpretación de Vicky Krieps, con muy buena réplica de Ronald Zehrfeld, muy creíble como el dramaturgo Max Frisch.

Margarethe von Trotta enmarca la narración del drama personal de Ingeborg Bachmann en el contexto histórico de la escritora, muy riguroso y bien documentado, con una puesta en escena muy sobria y, sobre todo, sin ninguna concesión hacia un personaje al que tuvo ocasión de conocer personalmente, y por el que ella siente sin duda simpatía. Sin embargo, es objetiva en el retrato de esa mujer que escribió, amó, sufrió y luchó por la libertad, especialmente de las mujeres, pero que fue incapaz de compaginar sus ansias de independencia sin límites con la responsabilidad de un compromiso en la vida de pareja.

La luz, los colores, la fotografía de Martin Gschlacht, así como la música de André Mergenthaler, tienen pleno significado en el desarrollo de la trama y más concretamente en la evolución del estado de ánimo de Ingeborg Bachmann, primero un atardecer en París, donde casi como una premonición de lo que será su relación, recitan entre ambos el poema de Guillaume Apollinaire «Le pont Mirabeau», que habla de la huida del amor y del dolor de quien permanece; después una luz gris en Zúrich, donde ella languidece y no puede ni trabajar; Roma, su ciudad favorita, en la que ella pasea feliz por calles inundadas de sol (ahora es Max quien tiene dificultades para adaptarse y escribir); finalmente Berlín, la ciudad de la tristeza donde acaba recalando después de la ruptura. Hasta que la luz se vuelve brillante en un paisaje deslumbrante de belleza, en el desierto, que sirve de contrapunto a los colores más bien apagados del viejo continente, donde por fin consigue recobrar, si no la paz, sí por lo menos la libertad.

En los poemas de Bachmann aparecen de forma recurrente los temas de la incomunicación y de la violencia en el amor de pareja, que, con otras ideas de la escritora, funcionan como un telón de fondo en la película: «No toda la culpa es del asesino, también el asesinado es culpable...»; «Conocer y reconocer los límites personales»; su famoso discurso «La verdad es soportable para la humanidad»... También se hace referencia a personajes reales que tuvieron gran importancia en su vida, como el compositor alemán Hans Werner Henze o el poeta italiano Giuseppe Ungaretti, cuya obra poética fue traducida al alemán por Ingeborg Bachmann.

Bachmann perteneció al «Gruppe 47», formado por una serie de escritores alemanes y austríacos que pretendían revitalizar la lengua y la literatura después del marasmo de la guerra. Su obra poética y los textos de sus intervenciones radiofónicas tuvieron un gran éxito, pero decidió abandonar ese camino y centrarse en artículos o tratados de reflexión sobre los límites personales. Todo esto aparece, más o menos explícitamente, a lo largo de la película, aunque sin convertirla en un estudio de la obra bachmanniana.

Efectivamente Margarethe von Trotta no ha caído en el error de hacer un documento de la obra de Bachmann, sino que nos ha ofrecido un retrato muy humano de una mujer que fue reconocida y admirada en un mundo de hombres, que tuvo una vida éticamente errática, pero nos legó una gran obra, tal vez algo olvidada hoy.