NOS HA NACIDO UN SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR
Ante todo, hay que decir que la película no altera nada de lo que es esencial en la Navidad: una virgen llamada María recibió un anuncio por parte del ángel Gabriel de que, por obra del Espíritu Santo, iba a concebir en su seno al Salvador del mundo. La Virgen estaba desposada con José, quien confió en ella y se comprometió a cuidar de la madre y del hijo que iba a nacer. Enterado el rey Herodes del nacimiento del niño quiso eliminarlo para que nadie pudiera disputarle el trono. Unos Magos venidos de Oriente reconocieron al niño como Hijo de Dios y se postraron ante él. La «sagrada familia» tuvo que huir a Egipto para zafarse de la persecución del malvado Herodes.
En líneas muy generales, este es el hilo argumental que se sigue, pero sobre esa base se narra una historia de ficción, lleno de licencias y anacronismos, aunque muy entretenida como película navideña.
Adam Anders conocido por su trabajo como músico en The Prom (2020), Kally's Mashup (2017) y Rock of Ages. La era del Rock (2012), debuta en la dirección con este largometraje musical, del que también es coguionista, además de autor de las canciones de la película. Dos jóvenes actores poco conocidos encarnan a unos José y María más propios de nuestra época que del tiempo del nacimiento de Jesús. María (una encantadora Fiona Palomo) vivía en Nazaret con sus padres, Joaquín y Ana, y con sus dos hermanas. Soñaba con tener una profesión, ser maestra, y se resistía a que sus padres decidieran su matrimonio, sin contar con su opinión. Finalmente, por respeto a sus mayores acepta resignadamente la unión. José (muy bien personificado por Milo Manheim) es un joven simpático y divertido, dispuesto a enamorar a su esquiva prometida.
Melchor (Omid Djalili), Gaspar (Rizwan Manji) y Baltasar (Geno Segers) dejan de tener la imagen habitual en el ideario común y se convierten en tres personajes pintorescos. Un Antonio Banderas absolutamente genial da vida al rey Herodes. El actor domina la técnica del musical, canta muy bien y las escenas por él protagonizadas son magistrales. Por otra parte, la descripción que se hace de su perversidad encierra un mensaje muy interesante: aparece como un hombre ciego de poder, de una gran crueldad, incapaz de amar a nadie. Pero él mismo resulta su mayor víctima, pues su falta de amor lo sume en la más profunda soledad, sus actos perversos se vuelven sobre él y lo quiebran por dentro. Está pálido y ojeroso y no consigue conciliar el sueño, acuciado por el temor de ser agredido ya que se siente rodeado de odio y de enemigos.
Para mantenerse en el trono, Herodes estaría dispuesto a matar a todos los niños recién nacidos. Sin embargo, Adams elude incluir en el film la matanza de los inocentes, con lo cual evita un episodio horrible y estremecedor en una película amable y festiva.
Es curiosa la figura del hijo de Herodes (Geno Segers), probablemente Antípatro, su primogénito, debatiéndose entre el miedo y el desprecio a su padre y el impulso para salvar a María, José y el niño. No tiene ningún fundamento histórico, pero cumple una función en la narración.
El relato está enmarcado por una hermosa canción que interpreta magníficamente Antonio Banderas, en la que Herodes reivindica para sí el honor, el poder y la gloria, y la exclamación final ante el Niño Dios: «A ti el honor, el poder y la gloria». Un infame quería ser como Dios, el humilde niño de Belén es reconocido como el Dios encarnado.
Una película musical muy entretenida, con una buena puesta en escena para una coreografía muy correcta y con interpretaciones notables. Una buena opción para ver en familia.