RISAS Y CARCAJADAS
Mi otro Jon es una película de valores, el primero de los cuales es la finalidad de la misma película: todo el dinero que se recaude, absolutamente todos los beneficios de la película están destinados a la «Fundación Aladina» (iniciativa del mismo paco Arango), que se ocupa de los niños con cáncer y al hospital oncológico infantil de Las Palmas. Solo por eso, merece todo el éxito de público.
Pero además, es una película muy divertida, que brinda dos horas de risas y carcajadas y con ese fondo tan propio del director de exaltación de la familia, de ternura y compromiso hacia la enfermedad y de serenidad ante la muerte, porque es una historia abierta a la trascendencia.
Merche, de poco más de setenta años y con muchas ganas de vivir, recibe la mala noticia de que le quedan solo unas semanas de vida. Lo asume con bastante entereza y decide darle la noticia a Rocío, su hija, pero quiere hacerlo con calma y serenidad y, por supuesto, no por teléfono. Se acerca su cumpleaños y ese día puede ser una ocasión para poder hablar las dos con tranquilidad. Pero Rocío, que vive lejos de Madrid, con Marc, su marido (al que Merche odia, con un sentimiento totalmente recíproco) y sus dos hijos, Gabriela y Ander, le comunica que les va a ser imposible viajar ese día.
Lejos de desanimarse, Merche organiza una fiesta para sus íntimas amigas, Paula, Cristina y Sofía, tres octogenarias animosas y divertidas que viven juntas en una residencia. Antes de morir, Merche quiere cumplir el sueño imposible de cada una de ellas –a cuál más excéntrico y pintoresco– y el suyo propio, que es ver el mar por última vez en la isla canaria de La Palma. Lo malo es que, dada su salud tan precaria no está en condiciones de montar en avión.
Por una increíble casualidad, una misteriosa científica le brinda una solución alucinante: en un aparato novedoso, mediante complicadas descargas eléctricas, el espíritu de Merche va a reencarnarse en el cuerpo de un camionero de Bilbao, grande como un armario empotrado, fallecido tiempo atrás y conservado en su laboratorio clandestino. Ahora bien, como la carroza de Cenicienta, en cuanto se cumpla el plazo, todo volverá a su estado anterior. No pueden descuidarse ni un minuto para regresar al laboratorio y que el espíritu de Merche regrese a su cuerpo.
Arango nos ofrece una comedia alocada, con situaciones desternillantes. Pero, como es habitual en sus películas, hay una visión conmovida y tierna de la enfermedad, pero con la paz que proporciona la apertura a la trascendencia y la confianza de que, después de la tormenta de la vida, como Merche promete a sus nietos, siempre brilla el arco iris del cielo prometido.
Los largometrajes de Paco Arango desde Maktub, esa joya que dirigió en 2011, y las dos películas que siguieron, Lo que de verdad importa (2017) y Los Rodríguez y el más allá (2019), hasta llegar a la actual Mi otro Jon, rezuman amor y gozo de vivir, con una visión positiva de la enfermedad y de la muerte por la seguridad de que, como decía el protagonista de Maktub, al otro lado nos espera el paraíso.
La película tiene algunos momentos muy, muy alocados, con un poquito de pimienta. Pero no se extralimita y la película es familiar. El reparto es de lujo, empezando por Carmen Maura en estado de gracia. María Luisa Merlo, María José Alfonso y Marisol Ayuso están magníficas como las tres amigas de Merche. Igualmente fantásticos están los dos científicos, Aitana Sánchez-Gijón y Enrique Villén, soberbios Olivia Molina y Carlos Santos, la hija y el odiado yerno, los dos nietos, Daniela Casas y Miguel Rivera, y todo el resto del reparto sin excepción. Son muy divertidas las intervenciones de Ana Obregón y Macarena Gómez y muy gracioso el cameo de Mariano Rajoy.
Totalmente recomendable, por la película en sí misma y por el bien que puede hacer a los niños con cáncer.