Cine y Valores

LA PASIÓN DE KIERKEGAARD

Título original: 
LA PASIÓN DE KIERKEGAARD
Género: 
Puntuación: 
8

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Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2023
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Intérpretes: 
Duración: 
86
Contenido formativo: 
Crítica: 

La pasión de Kierkegaard es una película de tintes surrealistas que constituye una suerte de collage lleno de sentido en cada pieza, en el que se dan cita el universo de Søren Kierkegaard y el universo de Rafael Gordon. 

El hilo conductor lo forman una serie de escenas de la obra teatral del mismo nombre, con las que juega el director, duplicándolas o multiplicándolas hasta el infinito, para dar movimiento a las palabras llenas de angustia de Alfredo, el protagonista, y de su interlocutor Søren Kierkegaard. En ocasiones, el significado de un término, de una expresión o de una lamentación amplían su sentido con imágenes de otras obras gordonianas, que conectan con su fondo de vieja angustia. Como si la búsqueda estética y humanística de Gordon hubiera llegado hasta el alma del pensador danés, llevando consigo todo su antiguo bagaje de intuiciones.

Detrás de la máscara de un varón imponente, pipa en mano, puede no haber más que un ser descarnado, degenerado en especie lanar por su docilidad en dejarse llevar con el rebaño (En el antiguo teatro griego, persona era la careta que se ponían los actores para representar su personaje). Junto a la imagen del hombre, una luz de esperanza, una niña, adaptada a la despersonalización del ser humano –el cordero es su muñeco fumante–, pero todavía no sentenciada.

Muecas de labios con sangre de los besos no dados ni recibidos y siempre la voz quejumbrosa de la soledad del hombre, extranjero en una sociedad hostil. Es la voz del subconsciente que le pide cuentas al padre, porque en La pasión de Kierkegaard se habla de las heridas profundas que dejó un padre ausente para la ternura y el refugio y prolijo en dureza y frialdad.

No es una película para centrarse en la trama argumental, sino para dejarse envolver por el dramatismo que surge del subconsciente y por una estética que, debajo de tanto dolor y decepción, lleva una corriente de amor a la vida y al ser humano.

Víctor Arribas, en estado de gracia, se transmuta alternativamente en Alfredo, en cierto modo alter ego de Rafael Gordon, y en Søren Kierkegaard. De fondo, dándole espíritu al drama, la música siempre maravillosa de Eva Gancedo. El cartel de la película, una joya obra de Ouka Leele

No es una película para el gran público, pero imprescindible para cinéfilos y amantes del arte.