La epopeya de la Vendée
Vencer o morir ha levantado muchos aplausos entre el público y una gran polvareda de críticas y opiniones. Lo primero que hay que aclarar es que se trata de una película, con todo lo que eso supone de ficción poética y de espectáculo de entretenimiento. No pretende ser un documento histórico para ser estudiado en las aulas (aunque es fiel a la realidad), ni menos aún un instrumento de proselitismo ideológico. Tampoco merece la pena que nos detengamos en la trampa que supone considerar tabú un tema incómodo para las propias posturas ideológicas. Dejemos de lado las polémicas y vayamos a la película, solo recordando la frase de Victor Hugo en su poema 'À la Vendée': « En ces temps la France eut des victimes ; mais la Vendée eut des martyrs ! » ('En esos tiempos Francia tuvo víctimas, pero la Vendée tuvo mártires').
La película nos traslada a 1793. Una leva en masa decidida por la Convención ha provocado la indignación de los vandeanos, que se han levantado en armas, pero necesitan un líder que sepa organizarlos para enfrentarse al poder que los oprime y piensan en François-Athanase de Charette de La Contrie –conocido como 'Charette' y que sería apodado Le roi de la Vendée, 'El rey de la Vandea'–, un antiguo oficial de la Royal Navy, que vivía retirado en su castillo, en la Vendée. Los campesinos van a pedirle al joven militar que tome el mando de la rebelión. Él se resiste, pero finalmente acepta, poniendo como condición un doble juramento: el suyo propio de que o volverá vencedor o morirá en la empresa, y el de sus seguidores, que le obedecerán hasta entregar la vida si fuera necesario. Charette temía no ser capaz de organizar una estrategia de guerra en tierra, puesto que su experiencia, como marino, era de batallas en la mar, pero, a medida que pasan los meses, y va entendiendo que su cometido es una auténtica misión de defensa de la libertad, se convierte en un gran estratega de la guerra de guerrillas, de tal modo que un pequeño ejército de campesinos sin apenas armas llega a hacer temblar al poderoso ejército de la República.
La película es el primer producto de Puy du Fou Films, que ha contado con un presupuesto muy reducido para una película de época (con todo lo que eso supone de enormes gastos en vestuario, ambientación, etc.), pero compensado con creces por todos los medios con que cuenta la nueva productora. De hecho la idea surgió de un capítulo del espectáculo que se ofrece en el parque temático francés. Al principio se empezó a rodar con intención de realizar un docuficción, pero, a la vista de la calidad de las primeras imágenes, se decidió optar por un largometraje.
Toda la maquinaria de Puy du Fou se ha puesto al servicio de una película espectacular. Con un guion sencillo pero muy eficaz, capaz de mantener el ritmo, en equilibrio entre una historia llena de humanidad y una epopeya de lucha por la libertad. Las escenas de grandes batallas se resuelven muy bien evitando los grandes planos generales, limitándose a lo sumo a algún plano conjunto y, sobre todo planos medios, con movimientos de cámara, cámara lenta en muchos momentos y una atmósfera de tonos oscuros, matizada con sombras de niebla y polvo. Los caballos son preciosos, como no podía ser menos procediendo de los espectáculos de Puy du Fou.
Para Vincent Mottez, guionista y codirector, junto a Paul Mignot, es el primer largometraje de ficción, pero, además de su experiencia en la realización de documentales y episodios para televisión, en su faceta de escritor tiene varios libros sobre personajes históricos, con lo cual, escribir sobre un héroe como Charette entraba a formar parte de sus actividades habituales.
Todo el reparto hace un gran trabajo y cuenta con caras conocidas en el cine francés, junto al protagonista Hugo Becker. Él es el narrador omnipresente en la película, que se dirige al público en unas escenas hermosísimas, con su silueta sobre fondo negro y entre aguas inquietas, de carácter onírico, que en algún momento albergan incluso la figura del hijo superviviente de los reyes de Francia, Luis XVI y María Antonieta, que han sido guillotinados.
Becker da vida al personaje de Charette, lo acerca al espectador y se lo hace tan íntimo, que el público vibra con la historia. La vida personal del héroe aparece muy en segundo plano y esto deja al público con algunas dudas que le hubiera gustada aclarar en lo referente a la madre de su hijo y a sus amazonas. Esta cierta ambigüedad es un acierto de Mottez, porque no se trata de la historia de un héroe en sí mismo, sino de la epopeya de la Vendée, por la que Charette dio la vida.
Hugo Becker se ha encargado también de su propio doblaje al español. Otro gran acierto. Su voz cálida y bien modulada y su acento francés le añaden calidad y credibilidad al personaje.
Una película bien realizada, bien interpretada, muy entretenida y que, como afirman Vincent Mottez y Hugo Becker, no quiere ser de víctimas y verdugos, sino de hijos de la misma patria que deben darse la mano.
Para no perdérsela