Cine y Valores

EN LOS MÁRGENES

Título original: 
En los márgenes
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2022
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
105
Contenido formativo: 
Crítica: 

MI CASA, MI HOGAR

Tres historias entrelazadas, unidas por un hilo común que es el personaje de Rafa, abogado laboralista que colabora en una ONG y se entrega con toda su alma a causas, si no perdidas de antemano, si por lo menos sangrantes. Mientras Rafa se ocupa de los demás es capaz de dar al traste con su propia familia, su esposa Helena, embarazada, y su hijastro Raúl, a los que no atiende como es debido y como les haría falta.

Una niña, hija de inmigrante, de la que los servicios sociales se hacen cargo porque no asiste a la escuela, la encuentran sola en su casa y sus respuestas y explicaciones no resultan convincentes.

Azucena, casada y con un niño, trabaja en un supermercado. El marido no parece una mala persona, pero no tiene un trabajo estable y deja sola a su mujer en la lucha por sacar la familia adelante y están a punto de ser desahuciados porque no pueden hacer frente a los pagos de la hipoteca. Teodora, una anciana que avaló a su hijo Germán para un negocio que fracasó y ahora ella se ha quedado sola, sin recursos y a punto de ser desahuciada. Germán malvive con trabajos en la construcción y no responde a ninguna de las llamadas de su madre por lo avergonzado que está.

Es una película social bien intencionada, que nos recuerda el cine del británico Ken Loach, con su guionista Raul Laverty (Yo, Daniel Blake) y hasta del francés Robert Guédiguian (Las nieves del Kilimanjaro). Se trata de historias cotidianas tristes, vidas tan mal conducidas que, al final, el sistema las acaba aplastando. Germán arruinó a su madre y luego la abandonó porque no sabía cómo rectificar. Para ella era, sin duda, peor la ausencia del hijo que el desahucio. La desesperación no le viene ante todo por perder la cas sino por haber perdido al hijo. Azucena está rota por dentro pensando que va a perderlo todo, pero es que ya estaba sola en la lucha por la vida, porque su marido no ha sabido salir a partirse la crisma por sacar la familia adelante. La pequeñita, hija de inmigrante, lógicamente, no quiere separarse de su mamá, pero no asiste a la escuela y no está debidamente atendida. La película no lo oculta, pero la fuerza de la narración se orienta hacia (mejor habría que decir “en contra de”) el sistema social, que presenta como injustamente cruel y opresor.

Es el primer largometraje de un director comprometido con la lucha social. No es, pues, de extrañar que el film rezume autenticidad. No objetividad al narrar los hechos, pero sí autenticidad porque le relato surge de una persona muy curtida en la lucha por los afectados por las hipotecas en momentos de crisis económica.

Es un relato maniqueísta, con unos flashes de los beneficios de las “malvadas” empresas eléctricas y con alusión a un ministro, casualmente, cómo no, de un gobierno conservador. Esta forma burda de escorarse a la izquierda priva al relato de autenticidad, pero no de humanidad, porque Botto mira y describe a sus personajes con profundo respeto y les hace conservar la dignidad aún en los momentos más desesperados, cuando están en lo más profundo del hoyo. Aunque no se coincida en el planteamiento de los hechos, los personajes inspiran la más profunda reverencia.

La trama es tan previsible, que más que un relato parece directamente un mensaje didáctico para convencer al público. El personaje de Raúl, “el hijo no, el hijastro”, es como el paradigma de lo que se pretende con el espectador: pasar del desconocimiento y la indiferencia, a la toma de conciencia y el compromiso.

La película tiene una buena factura y un guion que, aun con algunas flaquezas en el planteamiento,  avanza con buen pulso, sin decaer en ningún momento. Pero lo mejor de En los márgenes es el trabajo actoral. Luis Tosar y Penélope Cruz llevan sobre sus espaldas todo el peso de la cinta, de tal modo que son capaces, por ellos solos, de difuminar las fragilidades del guion. Junto a ellos Adelfa Calvo está espectacular como la madre sufriente. Llama tremendamente la atención el joven Christian Checa, que hace un trabajo impecable, con la mirada a la misma altura que los grandes monstruos del cine que protagonizan la película. Son muy buenos también los secundarios, entre los que se cuenta el mismo director, en un papel bastante ingrato, como el marido fracasado de Azucena.

Si desprendemos de la historia de En los márgenes su exceso de carga ideológica y su consiguiente maniqueísmo, nos queda un mensaje lleno de humanidad y una llamada a todos para no cerrar los ojos ante los pequeños dramas silenciosos del entorno y asumir el compromiso de luchar por la justicia. Que no tiene por qué coincidir con los planteamientos de Botto o puede incluso ir por derroteros totalmente distintos, pero debemos todos comprometernos con la justicia. Y justicia es que nadie carezca de lo que precisa para poder llevar una vida digna; que nadie carezca de lo que precisa para poder llevar sus capacidades al máximo desarrollo.