LA SOMBRA DE UNA DUDA
Phil Haubien se ha refugiado en la isla de Lewis, en el norte de Escocia, seguramente huyendo de sí mismo. lleva una vida bastante solitaria, por lo cual nadie conoce demasiados detalles de la vida de ese hombre ya maduro. Trabaja en el campo, a las órdenes de Angus Mac Person, junto al hijo y al nieto de este, Peter y Brian. Millie, la otra hija de Angus trabaja para una inmobiliaria. En la comarca la apodan “la princesa de hielo”, porque, a pesar de su buena figura, ha llegado a la madurez sin que se le conozcan relaciones con ningún hombre.
Phil sufre un ictus cerebral del que pronto se recupera totalmente, salvo porque su memoria se queda totalmente en blanco. Millie va a ayudarlo a que recobre su lugar en la Comunidad de la isla iba a hacerse imprescindible en su vida. Sin embargo, la sombra de una mentira (que da título a la versión francesa de la película, L’ombre d’un mensonge) debilita esa relación desde la raíz.
La película está muy bien hecha, la música es buena y la fotografía esplendida. La trama, llena de delicadeza y sensibilidad, mantiene bien el ritmo y resulta muy interesante. Solo por la línea argumental y a es una buena película, pero los personajes, cada uno en particular y también vistos como colectivo, tienen tal profundidad que la historia suscita una bellísima lectura metafórica.
Cada persona en Lewis, como puede suceder en nuestro entorno, ha asumido su rol como una pieza más en la gran red de la comunidad. Pero no es una red dinámica, creativa, en la que unos enriquecen personalmente a los otros. Todo está monótonamente estancado y las parcelas personales aparecen bien delimitadas. pero de súbito, un acontecimiento inesperado “deshace” un nudo de esa red y todo el tejido se resiente.
La memoria borrada de un elemento de la comunidad lleva al resto a “resetearse”, y los vínculos empiezan a tremolar ya adquirir calidez. De algún modo, como por transmisión, todos olvidan su pasado estancado de piezas impersonales y empiezan a abrirse a la ternura, a las palabras de amor, a los gestos de amistad, a la comprensión del otro, al compromiso...
Una película gratísima que deja en el espectador una sombra, no de una mentira, sino de una duda sobre si también a él no se le estará haciendo en el corazón uno de esos callos que necesitan palabras y gestos de amor para reblandecerse.