Cine y Valores

CINCO LOBITOS

Título original: 
CINCO LOBITOS
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2022
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
104
Contenido formativo: 
Crítica: 

[Crítica cedida por Pantalla90]

LA VIDA MISMA

Amaia acaba de dar a luz a su primera hija, Ione. Sus padres, Begoña y Koldo, van a quedarse en Madrid dos días para ayudarla a organizarse y Javi, su marido, de momento también está a su lado. La niña es preciosa, aunque un bebé recién nacido requiere atención las veinticuatro horas, por lo que es normal que Amaia se sienta extremadamente cansada. 

Pero lo más complicado del momento es que Amaia sufre una depresión posparto sin que nadie de su entorno se dé cuenta ni ella misma la sepa diagnosticar. Por tanto, a nadie se le ocurre pensar en pedir ayuda para tratar un trastorno tan natural, pero que constituye una fuente de sufrimiento para la mujer que lo padece.

Está agotada, le duele el cuerpo, los puntos que le han dado en el parto y el pecho cuando da de mamar a su niña, y le duele el alma: está profundamente triste y no puede evitar llorar amargamente, aun sin motivo concreto. Le falta energía y se siente incapaz de afrontar toda la carga que le ha venido encima. Esto la hace estar irritable con Javi, porque tiene la sensación de que elude sus responsabilidades y le deja toda la carga a ella.

Javi es técnico de iluminación en obras teatrales y su trabajo le obliga a ausentarse de casa durante varios días, lo cual ahora provoca más aún las iras de Amaia. Sola en casa con la niña e incapaz de retomar su trabajo como traductora online, decide trasladarse a casa de sus padres, en un pueblo costero del País Vasco, con la esperanza de que la liberen un poco del cuidado de Ione y ella tenga tiempo y calma para trabajar. Pero, lo que ella no sabe es que huir no soluciona los problemas íntimos, hay que afrontarlos y ponerles remedio. Por otra parte, en la casa de su infancia, el ambiente no resulta tan placentero como ella esperaba, no tiene los espacios de calma que necesitaría para sentarse al ordenador a traducir, y todavía no se ha liberado de la depresión que le causa una dolorosa inestabilidad emocional.      

De forma inesperada, una triste circunstancia viene a desestabilizar todavía más su vida revuelta: a Begoña le descubren una grave enfermedad, que la hace pasar de urgencia por el quirófano. De la noche a la mañana, Amaia se ve convertida en una ama de casa a la antigua usanza, con un bebé al que atender, una madre postrada en cama y un padre bondadoso pero incapaz de colaborar en otra cosa que en hacer la compra.

Poco a poco irá aprendiendo que la vida puede ser maravillosa, que el amor de pareja y la maternidad son un don, pero que un don no se nos otorga como una realidad cerrada y terminada, como un regalo de cumpleaños; un don se nos ofrece como una posibilidad extraordinaria que implica una tarea, un esfuerzo de nuestra parte. No somos receptores pasivos de la felicidad, sino que, para alcanzarla, hemos de salir de nuestro yo cómodo y egocéntrico, para entregarnos generosamente. Las lágrimas pueden ser de amargura y desolación, pero también del amor que desborda ante el dolor, el alejamiento o la ausencia de los seres queridos.  

Alauda Ruiz de Azúa, directora y autora del guion, nos ofrece una historia íntima y familiar, centrada en cuatro personajes alrededor de un bebé; una historia profundamente humana, llena de ternura, pero que no se desliza en ningún momento hacia la sensiblería. El guion es sobrio e, incluso, parco en palabras, hasta con un cierto pudor para mostrar los sentimientos y las vivencias. Sin embargo, la elegancia y el equilibrio en la puesta en escena no es óbice para la expresividad. El público entiende perfectamente qué está sucediendo en el interior de los personajes, si bien algo queda abierto a la interpretación del espectador: cuando se habla de “la vida que te toca”, se podría pensar en conformismo pasivo o, por el contrario, en el coraje de acoger las circunstancias que nos vienen sin que las busquemos, para hacerlas nuestras y erigirnos en protagonistas de nuestra existencia. Porque, a fin de cuentas, lo que da sentido a la vida de Amaia, y a la de cualquier persona, es el amor, el que es capaz de dar y el que aprende a reconocer y a recibir.

El trabajo actoral es muy bueno. Laia Costa y Susi Sánchez están soberbias, y no quedan atrás Ramón Barea ni Mikel Bustamante. Un reparto magnífico para una película magnífica.